Fermento:
Con un tenedor trabajar la levadura y el azúcar en un jarro, hasta que ambos se disuelvan. Espolvorear con la harina y verter el agua tibia. Revolver para unir bien, tapar con una servilleta y dejar en un sitio templado alrededor de 10 minutos hasta que se forme espuma en la superficie de la mezcla.

Masa:
Cernir la harina junto con la sal, dejándolos caer dentro de un bol. Formar una corona y colocar en el hueco central la manteca blanda, el azúcar, la leche tibia, el huevo apenas batido, el agua de azhar, la ralladura de limón y el fermento o esponja de levadura. Mezclar con cuchara de madera desde el centro hacia afuera. Incorporando de a poco la harina de alrededor para tomar la masa. Debe resultar suave y elástica. Cubrirla con lienzo  y dejarla leudar en un lugar tibio, al abrigo de las corrrientes de aire, hasta que su volumen aumente al doble.
Volcar la masa sobre una superficie de madera enharinada y amasarla para quitarle el exeso de aire. Dividirla en tres y dividir nuevamente cada una de estas porciones en un bollo grande para el cuerpo del conejo, uno mediano para la cabeza doc chicos para las orejas y dos pequeñitos para las patas.
Modelar cada parte y formar los tres conejitos sobre placas enmantecadas y enharinadas. Usar pasas de uva para imitar los ojos y la nariz. Pintar con huevo batido y hornear a temperatura moderada durante 18 minutos.

Variante:
Rellenar con pepitos de chocolate el bollo correspondiente al cuerpo y cerrar bien la masa antes de darle forma.
El resultado será un conejo con un exquisito corazón de chocolate.