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El
arte de armonizar platos
con vino u otras bebidas es el oficio de la sommellerie.Y aunque
es posible disfrutar de un buen vino y un rico plato
separadamente, el maridaje hace que estos se realcen
mutuamente. Para ello, hay ingredientes, tipos de
cocción, sabores y texturas, que son determinantes.
Así como los aromas, acidez, azúcar,
nivel de alcohol, entre otras características
de los vinos, que son imposibles de obviar. “La
regla manda vinos blancos con pescados y tintos con
carnes rojas y aunque hay mucho de cierto, también
tiene excepciones”, explica Fernanda Orellano,
directora académica de la Escuela Argentina
de Sommeliers.
A saber, por sus aromas cercanos a las frutas blancas
y frescas y a las flores sumado a la frescura de
su acidez, los vinos blancos armonizan mejor con
las carnes blancas, frutos de mar, ciertos picantes,
quesos de cabra, de hongo azul o fuertes. Mientras
que los tintos están más predispuestos
a ser compañeros de platos más pesados
y de sabores más fuertes. Se adaptan mejor
a las carnes rojas, incluso de caza como jabalí,
ciervo, a las salsas oscuras con base de vinos y
a los quesos de pasta dura o semi dura.
Y aunque sobre gustos no hay nada escrito, la costumbre
impuso ciertas normas que no está de más
tomar en cuenta:
•Los vinos espumantes son ideales de aperitivo,
excepto el más dulce.
•No beber blancos dulces con mariscos o carnes
de caza.
•Los vinos se sirven con una graduación
alcohólica ascendente, por lo tanto obviar
bebidas como el whisky de aperitivo.
•Un gran vino no debe figurar solamente en
la comida.
•Los vinos dulces son ideales de postre.
•Las bebidas de alta graduación alcohólica
(ron, cognac, whisky) se recomiendan para el final
de una comida, ideales para acompañar con
postres de chocolate o fruta seca.
De Yapa!
Lo
invitamos a cocinar Recetas del chef Matías Núñez donde
los protagonistas son los vinos!
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