La fecha elegida para trasladar el cuerpo de Juan Domingo Perón a San Vicente buscaba rememorar la jornada fundacional del 17 de octubre de 1945; pero los incidentes terminaron por traer a la memoria reminiscencias del 20 de junio de 1973, fecha de la Masacre de Ezeiza.
Los conflictos del pasado y del presente están unidos por una misma puja, la disputa por un lugar privilegiado en el acto.
Pero los separa un abismo en cuanto a la magnitud de la tragedia y la inexistencia en el presente de una disputa ideológica entre quienes se enfrentaron ayer en la puerta de San Vicente.
Aquel 20 de junio, por el contrario, la balacera que transformó en calvario la manifestación convocada para recibir a Perón después de 18 años de exilio tenía como trasfondo el tironeo por la conducción del movimiento peronista entre la izquierda y la derecha ligada al sindicalismo.
La cantidad de víctimas nunca fue precisada pero los cálculos de la época informaban sobre 13 muertos y centenares de heridos.
Eran la expresión trágica de la convivencia imposible entre el sindicalismo liderado por José Ignacio Rucci, la ultraderecha de José López Rega y Guardia de Hierro, y la izquierda representada en Montoneros y la Juventud Peronista, que había acompañado con esperanzas el gobierno de Héctor Cámpora.
Ezeiza fue también el debut siniestro de las bandas armadas que luego aglutinarían bajo la sigla de la Triple A y, más tarde, como parte del Estado terrorista del gobierno militar.
Al día siguiente de la masacre de Ezeiza, Perón dirigió un enérgico mensaje, implícita pero inequívocamente dirigido contra los sectores de izquierda de su movimiento:
"Nosotros somos justicialistas. Levantamos una bandera tan distante de uno como de otro de los imperialismos dominantes. No creo que haya un argentino que no sepa lo que ello significa. No es gritando La vida por Perón que se hace Patria, sino manteniendo el credo por el cual luchamos.
Los viejos peronistas lo sabemos. Tampoco lo ignoran nuestros muchachos, que levantan banderas revolucionarias. (...)Los que ingenuamente piensan que pueden copar nuestro Movimiento o tomar el poder que el Pueblo ha conquistado, se equivocan.Por eso, deseo advertir a los que tratan de infiltrarse en los estamentos populares o estatales, que por ese camino van mal. Así, aconsejo a todos ellos tomar el único camino genuinamente nacional: cumplir con nuestro deber de argentinos sin dobleces ni designios inconfesables".
(DyN y R.Central)