BUENOS AIRES (ABA).- Todos desunidos perderemos, cantaron ayer los muchachos peronistas, en medio de una descomunal batahola en la quinta de San Vicente. Hacia allí, para morar - ¿en paz? - fueron llevados desde el cementerio de la Chacarita, los restos del fundador del caótico movimiento justicialista, fallecido hace más de 32 años.
Desertó cuando los incidentes tomaban un cariz cada vez más violento el presidente Néstor Kirchner. También pegó el faltazo su antecesor y ex protector, Eduardo Duhalde, quien fue uno de los promotores de la construcción del mausoleo. Por supuesto, también brilló por su ausencia Carlos Menem, quien acusó al actual gobierno de "dividir, fragmentar, polarizar y disolver".
"Somos todos buenos cuando no nos juntamos, cuando nos juntamos somos incorregibles: estamos enfermos de barrabravismo (sic)", confesó a este diario un dirigente kirchnerista, emocionado por las muestras pasionales de la gente humilde que se movilizó espontáneamente y a la vez indignado por la feroz disputa en la cúspide gremial.
Es que, más allá del trasfondo político, lo que se vio por televisión, fue una batalla campal entre sujetos de la unión obrera de la construcción de Gerardo Martínez, atrincheradas en la residencia de San Vicente, y fornidos hombres del jefe de la CGT, Hugo Moyano, aliado 'K'. Casualmente, un chofer del gremio camionero, presunto colaborador del hijo de Moyano, fue el que gatilló repetidas veces a mansalva una pistola, como quedó registrado en las imágenes de TV.
En el Día de la Lealtad, quedó expuesta la deslealtad y la orfandad en que dejó Perón a sus seguidores. Fueron evidentes las fallas organizativas, la ausencia notable del gobernador de la provincia de Buenos Aires, Felipe Solá y la ineficacia de la policía para garantizar el normal desarrollo de la concentración.
El bucólico predio "17 de octubre" fue tierra de nadie, aunque uno de los que debía llevar tranquilidad, el titular de las 62 Organizaciones, el ex menemista Gerónimo "Momo" Venegas, restó trascendencia a los graves incidentes que fueron seguidos segundo a segundo por Kirchner desde Olivos. En la Rosada, al hablar con algunos peronistas, el secretario general de la Presidencia, el neuquino Oscar Parrilli, culpó al duhaldismo y anticipó que las falencias en los controles, anticipan una nueva vuelta de tuerca a la disputa entre Solá (apoyado por León Arslanián) y el ministro Aníbal Fernández, aspirantes a la gobernación.
"Imberbes, idiotas útiles", dijo Moyano en medio de chiflidos e insultos. El desborde fue surrealista si se recuerda el sentido que le dio Perón a esos descalificativos contra los "montoneros", en 1974. "Esto era previsible. Acá se jugaban un montón de cosas. Era el féretro de Perón, el estadista que marcó la política argentina", dijo a esta agencia un hombre con oficina en la Casa de Gobierno.
¿Hizo bien Kirchner en no ir? Fue correcto, no podía avivar los resentimientos, lo defendió uno de los suyos. Pero otro, que pidió reserva de identidad, le demandó mayor coraje, le reprochó sectarismo y también lo responsabilizó por contribuir a ensuciar la fiesta.
En el acto matutino, en la sede de la CGT, se respiró un ambiente antikirchnerista, con la presencia de Duhalde y el gobernador cordobés José Manuel De la Sota. El sindicalista Luis Barrionuevo aludió al histórico enfrentamiento entre la UOCRA y los camioneros y opinó que el error fue "arriar a la gente" y no limitar la ceremonia a los dirigentes.
"Esto es el folklore peronista, hermano", ironizó al comentar la violencia.
ARNALDO PAGANETTI