La Isla Victoria está considerada uno de los rincones más bellos del Parque Nacional Nahuel Huapi (PNNH), la isla tiene 3.710 hectáreas, con forma estrecha, alargada y escabrosa, ocupa la región central del lago Nahuel Huapi. Actualmente se encuentra dividida en tres sectores: norte, sur y central, siendo este último el único autorizado para el uso del turismo.

El área norte fue declarada Reserva Estricta y no admite ningún tipo de actividades. Hay una población de ciervos pudú, 3 lagunas con huillines, una cormoranera y numerosos ejemplares de ciervo dama y colorado. En su fauna autóctona se pueden encontrar ejemplares de cormorán imperial, pájaro carpintero y colibrí. Allí también crece un bosque de arrayanes similar al de Quetrihué, en estado totalmente natural.

La isla Victoria, una verdadera joya natural, fue bautizada en numerosas ocasiones, adquiriendo la denominación actual por la corrupción lingüística de  Benjamín Victorica, ex ministro argentino de guerra.

La isla fue ocupada a principios de siglo por Aarón de Anchorena, el cual obtiene su usufructo y realiza caminos, puertos, astilleros y construcciones, introduciendo asimismo numerosas especies animales y vegetales.

La excursión isla Victoria y el Bosque de Arrayanes se realiza desde el año 2004 a través del lago Nahuel Huapi.

En tierra, el viaje multiplica los puntos de interés. Por un lado la isla Victoria y tres recorridos distintos para elegir, según las preferencias o el estado físico, aunque todos incluyen el ascenso en aerosilla al cerro Bella Vista.

Los tres circuitos posibles, identificados con los colores naranja, rojo y amarillo enhebran puntos de interés histórico - arquitectónico, botánico, arqueológico y paisajístico. Discurren por senderos de bosque autóctono o implantado y permiten reconstruir, de boca de los guías que siempre acompañan al grupo, un poco de aquellos comienzos de los Parques Nacionales, con sus errores y aciertos.

·El sendero amarillo

Propone un lento descenso desde el cerro Bella Vista hasta el sitio donde estuvo el aserradero viejo, por entre flora nativa que en momentos cierra el cielo sobre las cabezas y abre el encanto a rincones húmedos y umbríos donde reinan los musgos, helechos e hilillos de agua cristalina.

El catamarán “Futaleufú” suelta amarras con proa hacia el otro gran destino de la jornada, el bosque de Arrayanes y sus centenarios ejemplares de corteza color canela. Un amplio aterrazamiento, de entablonado en pino Oregon, permite el descanso y la contemplación en las proximidades de la mítica cabaña de troncos que en un futuro cercano será museo.

El regreso es por la bahía de Puerto Manzano, con la cercana contemplación de lujosas hosterías, apart hoteles y residencias particulares, situadas a ras de las aguas o en las laderas cubiertas de bosque.

El histórico muelle Modesta Victoria, en la bahía Mansa, es el último eslabón. Único en todo el lago que mantiene su diseño original, sin agregados ni parches, con la curiosa estructura del “duque de Alba”: un amarradero especialmente creado para atar los cabos de proa del buque “Modesta Victoria”, que aunque no llega a la Angostura, sigue aún surcando el gran lago.

·Algunas recomendaciones

Entre las recomendaciones a tener en cuenta es que los horarios de partida y embarques intermedios deben respetarse y que el viaje es redondo, es decir que se debe volver con el grupo que se partió y en el tiempo prefijado, por lo cual se solicita extrema puntualidad.

No está permitido fumar en el bosque ni llevar animales.

Es aconsejable calzar comodamente, llevar ropa de abrigo pero también remera, anteojos y gorras para el sol en una mochila o bolso livianos.

Folletería específica se entrega con el propósito de que todos sepan dónde están y cómo se llama cada lugar.