"Fue una suerte de balbuceo. Él hablaba sin tregua y yo no le entendí nada". Éste es el triste testimonio de Johannes Brahms tras haber visitado a su admirado y querido Schumann en el manicomio de Endenich, poco antes de su muerte en 1856.
Los primeros desórdenes mentales se manifiestan a los 23 años. Provocados por una serie de factores que contribuyeron a acentuar la naturaleza depresiva del compositor: unos padres hipernerviosos, una hermana que se suicidó a los 19 años, la muerte de su hermano y su cuñada, el final de su carrera de pianista debido a la parálisis de su mano derecha.
Aunque son muchas las versiones a la hora de diagnosticar la enfermedad, desde el punto de vista fisiológico, la causa más directa parece ser la aplicación de un tratamiento para combatir la sífilis durante su juventud, a base de mercurio, que le pudo provocar una especie de esclerosis cerebral o una demencia precoz.
El 27 de febrero de 1854, en pleno estado de excitación, víctima de la fiebre y el delirio, se arrojó a las aguas heladas del Rin. Fue salvado por unos pescadores, a pesar de sus súplicas para que le dejaran morir. Plenamente consciente de su situación, pidió ser internado en el manicomio de Endenich, del que nunca más saldría.