El líder supremo de Irán, el ayatollah Khamenei, volvió a reiterar que habrá más represión de continuar el estado actual de convulsión social y política en toda la nación.
"No se puede aceptar el desafío de la calle. Significa desafiar la democracia tras las elecciones", advirtió.
"La estructura legal de este país no permite el fraude. Si la diferencia fueran 100.000, 500.000 o un millón de votos, bueno, se podría considerar. ¿Pero cómo puede alguien amañar 11 millones de votos?", preguntó refiriéndose a la diferencia de sufragios entre Ahmadinejad y Mousavi.
Si Mousavi acepta limitar sus quejas de irregularidades a la vía judicial, observan analistas extranjeros presentes en Teherán, renunciará a su principal carta, la multitud de quienes lo apoyan. La mayoría de esos iraníes que habían confiado en él para reformar el sistema desde dentro perderán cualquier atisbo de esperanza. Será no sólo el fin de su carrera política sino la segunda defunción del reformismo, después del fracasado intento de Khatami, y arrastrará a muchos otros políticos que le han apoyado. (El País)