Sobre el político de la barba rala y gris pesan las esperanzas de media nación. Cientos de miles protestan desde hace días en las calles de Teherán y en otras ciudades del país para impulsar a Mir Hossein Mousavi hasta el sillón presidencial a través de nuevos comicios.
Más allá del presunto fraude electoral, queda claro que también Mousavi se mueve en el estrecho corsé del Estado religioso iraní.
El líder opositor reconoce sin miramientos al poderoso líder supremo de la Revolución, el ayatollah Ali Khamenei. Por ello, todos los expertos están de acuerdo en que Mousavi no es tampoco la persona correcta para una revuelta que acabe con el régimen de los mullah.
El arquitecto de profesión, de 67 años de edad, es desde hace mucho tiempo parte del "establishment" político de Teherán. Ya en los años 80 ocupó un puesto clave en el sistema durante la guerra entre Irán e Irak, cuando garantizaba el abastecimiento de la población, que pasaba hambre y penurias.
Desde entonces, Mousavi no ha protestado de forma pública contra la política ultraconservadora y hostil a Occidente de los mullah. Y tampoco se aparta ni un solo milímetro de la línea oficial en torno de la cuestión del programa nuclear, impulsado de manera decisiva por él mismo.
La oposición de Mousavi frente a Ahmadinejad se debe a pugnas entre los bastidores del espectro político de Teherán, creen con bastante seguridad varios observadores. El opositor, un intelectual de carácter tranquilo, fue llevado al frente por los ex presidentes Mohammed Khatami y Hachemi Rafsanjani, para una campaña electoral contra el actual mandatario, que cuenta con el apoyo del ayatollah Khamenei.
Ambos, Khatami y Rafsanjani, tienen todavía bastante influencia en el sistema iraní. (DPA)