| La comunidad europea posee una organización que regula la industria química, que establece todos los procedimientos para la fabricación y disposición de los efluentes de las fábricas. "Yo trabajé en ese organismo y existen disposiciones técnicas sobre cómo deben ser los procesos industriales para la fabricación de soda, entre ellos para el tratamiento de efluentes", relata Miakota aportando un extenso informe en inglés, elaborado en agosto de 2007 por la Unión Europea acerca del control y prevención integrada de la contaminación. "El agua de refrigeración proveniente de los hornos de cal, de la compresión del dióxido de carbono, de las torres de absorción y de destilación y de la calcinación podría transportar vestigios de contaminación, y aunque sus volúmenes pueden llegar a ser muy grandes, normalmente sólo llegarían a tener un impacto ambiental menor. Un porcentaje de estas aguas puede ser reintroducido como agua de proceso, aceptable para la recuperación por su energía termal", sostiene el informe. En otra parte, no obstante, "relata el caso de una empresa austríaca con una producción de alrededor de 160 toneladas al año -la más pequeña de Europa- que ubicada en Ebensee, cerca de un lago de un área montañosa, en un pequeño valle en el que no había espacio para la localización de estanques de sedimentación de los efluentes, los volcaba directamente a la profundidad del lago", dice. En otra documentación elaborada por la propia Alpat se enumeran unas 50 fábricas distribuidas en unos 25 países de Europa, América, Asia y Oceanía. En la mayoría de los casos, envían todos sus desechos primero a piletas de sedimentación, y luego al río o al mar. El agua del río, en muchos casos, es purificada para consumo humano. En unas pocas se envían todos los residuos líquidos sin tratamiento directamente al mar, excepto en verano. Ninguna conserva los efluentes en cuencos naturales secos. | |