Las universidades técnicas suelen verse únicamente como casas de las tecnologías de punta, espacios fríos de investigación alejados de la vida cotidiana. Pero un equipo del Grupo de Tecnología Biomédica de la UTN Avellaneda, agregándole creatividad al conocimiento, desarrolló una serie de dispositivos accesibles y especialmente pensados para facilitarles la vida a los ciegos. El más destacado es un radar inteligente que complementa al bastón: es capaz de detectar objetos a la altura de la cabeza.
“Tengo un pariente con problemas visuales y sé que se golpean mucho en la parte superior del cuerpo. El bastón normal es una protección contra las caídas, una forma de ‘ver’ el piso, pero es imposible evitar un balcón o un cartel con él”, asegura el ingeniero Jorge Cabrera, director del grupo y titular de la cátedra de Bioelectrónica de la casa de estudios.
El funcionamiento es sencillo: una vez agregado al bastón, cumple una función que emula el procedimiento de ecolocalización de los murciélagos. El aparato emite señales hacia arriba, barriendo toda la zona superior del cuerpo a una distancia de dos metros. Si encuentra un obstáculo en el camino, recibe un eco que es transformado en una alarma sonora. La velocidad del “bip” va aumentando a medida que el objeto se acerca.
La tecnología no es nueva sino que ya se encuentra a la venta en Europa, a precios que pueden llegar a los 900 euros. La idea fue aggiornar la versión extranjera y transformarla en algo accesible para billeteras locales. “Esto podría estar en la calle por un valor de no más de 500 pesos. Al sumar material y mano de obra no se supera esa cifra”, comenta Cabrera.
Ahora el mayor desafío para los catedráticos es conseguir el interés de algún fabricante para sacarlo a la venta. “Es muy difícil encontrar a alguien en Argentina motivado para asumir un riesgo comercial en el ámbito tecnológico”, explica. Por los costos estimados de fabricación, Cabrera cree que puede ser una alternativa viable para las pymes. “Estimo que todo lo que es tiflotecnología tendría que estar incluso manejado por el estado. PAMI da sillas de ruedas y audífonos. Podría hacer esto también”, agrega.
Otro proyecto asociado a la problemática diaria de los no videntes y que resulta de suma utilidad es un sensor antiderrame. A la hora de servirse un vaso de bebida, los ciegos suelen colocar el dedo para saber cuando parar, algo que puede ser especialmente molesto a la hora de beber un café, un té o cualquier bebida caliente. “Conociendo eso desarrollamos un dispositivo que se agrega a la copa y detecta el nivel de líquido. Cuando éste llega al borde emite un sonido. Tiene un costo bajísimo: es un transistor, dos electrodos y poco más”, sostiene.
El Grupo de Tecnología Biomédica continúa trabajando con los aportes de varios alumnos becados y la financiación de la universidad. Actualmente están desarrollando un detector de colores que se apoya sobre la ropa e informa la tonalidad de la prenda con una voz pregrabada. “Parece una tontería pero son cosas que importan. Los ciegos dependen de otros para cosas cotidianas como, por ejemplo, combinar sus prendas o elegir dos medias del mismo par. Esto ayuda muchísimo”, cuenta orgulloso Cabrera.
Fuente: Diario Clarín