Se trata de uno de los temas más espinosos, aun dentro del ámbito de la discapacidad. La asistencia sexual o acompañamiento de la vida sexual de las personas con discapacidad consiste en una propuesta remunerada, que aborda el ámbito de la atención sensual, erótica y/o sexual de este colectivo. Países como Alemania, Suiza, Holanda, Dinamarca y Francia se encuentran en proceso de legislar esta práctica, e incluso varios Estados consideran la asistencia sexual como un servicio más a favor de la salud integral, cubriendo los costos en su totalidad o apoyando emprendimientos de asociaciones. En España, el reciente proyecto Sex Asistent propone abrir el tema en la sociedad y apoyar la salud sexual y emocional de las personas con diversidad funcional, desafiando los estereotipos negativos que no permiten integrar la sexualidad placentera con las dificultades físicas, mentales o sensoriales.
Desde el comienzo de este milenio son muchas las personas con discapacidad que han podido acceder a servicios de profesionales capacitados en asistencia sexual, con la clara idea de que se trata de un importante paso adelante en su autodeterminación y de un medio de acción para mejorar la vida sexual y emocional, tanto de los individuos, como de sus parejas.
Como contraparte, sigue tratándose de uno de los temas más controversiales aun dentro del ámbito de la discapacidad. Se trata de un tabú incluso para muchos padres de adolescentes con discapacidad que tienen serias limitaciones y tratan de no pensar en la idea de que su hijo o hija estén comenzando a sentir inquietudes sexuales. Lo mismo puede llegar a suceder con profesionales, cuidadores y responsables de la educación, todos saben que se trata de una realidad ine-vitable, que es necesario comenzar a derribar prejuicios y barreras, pero aún no se ha podido forjar el marco adecuado para una transformación responsable de paradigmas.
En nuestro país se trata además de un tema doblemente sensible a la luz de las actuales campañas e iniciativas tendientes a combatir la trata de personas y brindar alternativas para la reinserción laboral y social de las personas que por necesidad han quedado sumergidas en las redes de prostitución o no encuentran otros espacios para ganar su sustento.
¿Pero podemos decir que existe una diferencia sustancial entre la prostitución convencional y la asistencia erótica o sexual para personas con discapacidad? “La gran diferencia entre los asistentes y las prostitutas es que los asistentes pueden mostrar una gran sensibilidad y son conscientes de las necesidades de las personas con discapacidad, en lugar de simplemente correr y tomar el dinero”, afirma Aiha Zemp, psicoterapeuta y responsable del Centro Discapacidad & Sexualidad de Basilea, la primera asociación en haber introducido en Suiza una formación profesional para asistentes eróticos.
Siguiendo esta premisa, distintas iniciativas, principalmente en el norte de Europa han desarrollado programas de formación de asistentes de ambos sexos preparados por profesionales de la salud para satisfacer no sólo las demandas sexuales, eróticas y afectivas de sus clientes, sino ser capacitados para acompañar y contener afectiva y creativamente desde un profundo conocimiento de las distintas condiciones, sus limitaciones y sus posibilidades, para brindar un servicio integral que no quede resumido en la genitalidad ni en los aspectos clínicos.
Teniendo en cuenta estos cada vez más frecuentes proyectos, en España surgió recientemente la plataforma Sex Asistent: un servicio de acompañamiento sexual y afectivo, destinado a personas o parejas con diversidad funcional o discapacidad (motriz, intelectual, psíquica o sensorial) mayores de edad; que decidan optar por esta propuesta, conformada por profesionales del ámbito social-sanitario-educativo, por asistentes sexuales o acompañantes de la vida sexual y por un grupo de reflexión y debate, propiciado por quienes han vivenciado la propuesta.
Sex Asistent tiene como objetivo apoyar la salud sexual y emocional de las personas con diversidad funcional o discapacidad, desafiando los estereotipos negativos que no permiten integrar la sexualidad placentera con las dificultades físicas, mentales o sensoriales.
En diálogo exclusivo a días de su lanzamiento, desde El Cisne dialogamos con Silvina Peirano, orientadora sexual en discapacidad y Prof. en educación especial.
Co-creadora de “Mitología de la sexualidad especial” y Sex Asistent, quien nos brindó un enfoque particular de este tema complejo y sobre cómo está siendo actualmente tratado en Europa.
Deseos, necesidades y dificultades
Para gran mayoría de la sociedad seguramente no sea tan fácil poder comprender la naturaleza de estos proyectos y justificar interiormente en qué medida pueda un servicio sexual contribuir a la autoafirmación y la realización de una persona con discapacidad; mucho más si se trata de una persona gravemente impedida o con discapacidad mental.
Catharina König, una asistente sexual formada en el Instituto para la Autonomía para Personas con Discapacidad de Alemania, proyecto de una universidad que entrena personas en este rubro, es una referente en la materia y asegura que sus servicios no sólo no deben ser castigados o cuestionados por la sociedad, sino que defiende el importante rol social de su trabajo.
“Mis clientes pueden hablar conmigo acerca de sus experiencias sexuales, sus deseos, necesidades o dificultades. Mi objetivo es ayudar a mi cliente para que alcance un estado de relajación y de equilibrio interior y dar lugar a una mejora de su imagen corporal. A menudo, la energía vital y la alegría de vivir de nuevo despierta en este estado. A veces se trata de la experiencia, el contacto físico, la ternura, el tacto y, por supuesto, también sobre el placer y la gratificación. A veces se trata de información específica o sugerencias sobre lo corporal, tales como la sexualidad o la satisfacción de la pareja, o puede ser más emocionante aún. A veces es simplemente una cuestión de desarrollar un sentimiento de su propio cuerpo”, comenta König sobre el desarrollo de sus sesiones.
Para los coordinadores de Sex Asistent, el acompañamiento sexual es una tarea delicada y compleja: ayudar a suplir el “vacío” que muchas personas con discapacidad sufren a menudo. “El rol del asistente sexual es responder a todas las necesidades y deseos de la persona o pareja con diversidad funcional; previamente concertados. No son parejas afectivas (excepto que así sea decidido por ambos) de las personas a las que acompañan, pero se encuentran en disposición profesional de satisfacer los deseos sexuales de las mismas. Una ayuda sexual requiere un conocimiento detallado de las necesidades de la persona en situación de discapacidad; más aún en el caso de una discapacidad mental, donde la comunicación verbal no siempre es posible y debe apelarse (según el caso) a la intervención e información familiar”.
Desde esta perspectiva, Sex Asistent, una iniciativa pionera en el mundo de habla hispana, propicia una sociedad inclusiva, donde se reconozca la identidad sexual de cada persona (con o sin diversidad funcional o discapacidad) desde el respeto y la libertad individual; sin prejuicios, desde la aceptación de la libre expresión diversa. La mirada ideológica en materia sexual de “Sex asistent” apoya, acompaña y facilita los intereses y necesidades sexuales y afectivas de todas las personas con diversidad funcional o discapacidad, como forma de superar el estigma sexual asociado a la condición de discapacidad.
- ¿Cómo surgió esta plataforma informativa y de nexo?
- Silvina Peirano: Si bien desde hace casi dos años me intereso por las propuestas e iniciativas en otros países, desde el trabajo que hago en “Mitología de la sexualidad especial” decidí que era hora de poder dedicar un espacio específicamente destinado a la asistencia o acompañamiento de la vida sexual y afectiva en diversidad funcional. Dotar de nombre y espacio a todos esos correos que a diario recibo de personas con discapacidad, de sus familiares, instituciones, otros profesionales, parejas; con la misma inquietud formulada en pregunta: ¿A quién me recomiendas?… La verdad es que desde hace un tiempo no me creía yo misma la propuesta de “Mitología” (la parte teórica de Sex Asistent) si ésta no propiciaba gran parte de lo que predicaba: derechos sexuales en diversidad funcional, sexualidad sana y placentera, que no existe una sexualidad especial de las personas con discapacidad, etc..
- ¿Cómo analiza el contexto en que se lanza este proyecto?
- Silvina Peirano: Sex Asistent es un proyecto necesariamente abierto, que debe atravesar y aprender un largo camino apenas iniciado, pero pretende ser un humilde referente en España y América Latina. Así, han comenzado todos los cambios en la reivindicación de los derechos sexuales, “con imposibles a largo plazo”… No sé si éste es “El momento” para lanzarlo a nivel social en general, y creo que esa no es la pretensión. Necesariamente deberemos atravesar por un proceso de “ensayo-error” que involucre a las personas que estén dispuestas de manera libre e independiente a participar de este cambio. La asistencia sexual, creo, está validada por la misma necesidad y expectativa de muchas personas y de sus familiares, y a ellos apuntamos. El objetivo inmediato no es dar batalla, ni encontrar respaldo en aquellos sectores que, sabemos, serán reacios. Avanzaremos con paso lento pero firme hacia una sexualidad democrática y construida por las propias personas involucradas, de allí los grupos que comenzaremos a formar: de reflexión de debate, gratuitos y formados por las personas que hayan vivenciado la asistencia sexual (AS), o deseen hacerlo, tal como se hace en los países de referencia.
- ¿Qué impacto ha alcanzado el servicio en estas primeras semanas, y en qué sectores en mayor medida?
- Silvina Peirano: En apenas dos semanas ya se han comunicado muchas personas, algunas sólo pidiendo información sobre “ESO” que desconocen, pero que sienten que puede ser de su interés, otras solicitando el servicio y muchos medios de comunicación, profesionales, instituciones, etc. Tal como ha sucedido y sucede en otros países, los solicitantes son fundamentalmente hombres, de entre 25 y 40 años, y las solicitudes de mujeres (dentro de la misma franja de edad), suelen ser más dubitativas o cuestionadoras de la propuesta.
Es importante remarcar que la AS no es “La” única opción sexual para las personas con discapacidad, ya que desde luego, lo esperable es que cada persona elija de manera independiente, a su pareja afectiva, ocasional o fija; u opte por estar en soledad… pero sí creemos que es una propuesta válida y necesaria para aquellas personas o parejas con discapacidades graves o que por diversos motivos, no logran satisfacer sus intereses y deseos sexuales. Es una decisión propia, libre e independiente que, como opción, puede ser tomada o no.
Los que ocupan el vacío
Si reflexionamos sobre el rol de las personas que deciden ocupar el “vacío” mencionado por Peirano, necesariamente nos preguntamos acerca de los límites y las motivaciones con que llevan adelante su trabajo.
En la caso de Catharina König, su servicio cuenta con caricias, masajes y estimulaciones pero ella, como la mayoría de los prestadores profesionales pone el límite de no brindar relaciones sexuales de penetración, sexo oral o besos.
Para Sex Asistent el acompañamiento sexual, lejos de ser “un catálogo de prestaciones definidas”, propone un apoyo en consonancia con las emociones y las expectativas sensorial y erótica de los beneficiarios que lo reciben. Los “cuidados eróticos” designan una práctica que puede ir desde caricias sensuales hasta la penetración, abriendo un amplio abanico que incluye acariciar, tocar y ser tocado, el contacto corporal, disfrutar de un masaje, la excitación sexual, juegos eróticos, facilitar -a instancias suyas- el acto sexual a una pareja que no puede lograrlo sin ayuda; la masturbación… “El marco ético de este enfoque se basa en el respeto mutuo, la conciencia sobre el papel sutil de terceros en la ejecución de estos beneficios, y el pleno respeto de la intimidad del momento compartido. Los objetivos de la asistencia, están relacionados con los valores humanistas/sexuales, y el empoderamiento del individuo actual. Cualquiera que sea la opción elegida, es imprescindible proponer un diálogo sincero entre todos los implicados, y llegar a un acuerdo previo”.
- Según testimonios que recogimos de varias personas que se dedican a la asistencia sexual, podemos leer que encuentran una reivindicación de su trabajo al orientarlo hacia el colectivo de personas con discapacidad, como si pudieran reencontrarse con un aspecto más humano e integral de su práctica. ¿Qué opinión tiene al respecto?
- Silvina Peirano: Las personas (hombres y mujeres) que comienzan a interesarse por trabajar como AS, provienen de diferentes ámbitos. Muchos de ellos de la prostitución, masajes, erótica, pero también profesionales de la salud, la sexología, etc., que sienten empatía y compromiso ante este aspecto que saben, está silenciado. Los inicios distan del ideal, los asistentes sexuales se formarán desde la propia experiencia y el seguimiento que podamos ir brindándole a partir de cada caso. No hay un manual editado de la AS, pero sí un margen de buenas prácticas que garanticen la seguridad, respeto, privacidad, etc. Muchas de las personas que desean ejercer la AS, son personas que han tenido situaciones de intimidad con personas con discapacidad, pero desconocedoras de cualquier aspecto “técnico” al respecto, bastante reacias de recibir información y preparación previa, y suelen llegar con la idea de “ayuda, socorro o solidaridad” hacia la persona o pareja con diversidad funcional. Si bien es necesario el compromiso y empatía con su rol y la situación toda, ésta no es la visión que procuramos sostener.
- ¿En el imaginario social está más aceptado el acompañamiento sexual hacia personas con discapacidad motriz respecto a las personas con discapacidad mental?
- Silvina Peirano: Sí, el imaginario social cree aceptar más fácilmente la AS a personas con discapacidad motriz (fundamentalmente hombres)… pero el tema se complica si hablamos de discapacidades mentales de diversos grados. En este sentido, no siempre la AS tiene que ver con la penetración, sino que existe otra amplia gama de propuestas. ¡Aquí tampoco la sexualidad es genitalidad necesariamente!
- ¿Podemos afirmar entonces que la vida sexual de las personas con discapacidad mental sigue siendo el tabú más grande?
- Silvina Peirano: Creemos haber avanzado como sociedad, en materia de derechos sexuales y discapacidad. La gran mayoría de las personas, dice a viva voz: “los discapacitados tiene sexualidad” … pero la práctica y la realidad social transforman esta afirmación en paradigma. En un tema que se sabe que existe, pero del que no queremos hablar. Yo diría algo así como: legitimamos este derecho. ¿Y entonces?, ¿qué hacemos con él?
- ¿Ve como posible llevar adelante un proyecto como éste en Argentina?
- Silvina Peirano: Creo que en este momento a la gran mayoría de la sociedad española le falta mucho camino por recorrer en este sentido, pero afortunadamente existe un amplio sector dispuesto a considerar este derecho y propiciarlo. En Argentina será más difícil, pero no imposible. Es mucha la gente interesada que nos escribe desde allí. La apertura comenzará desde muchos profesionales que comienzan a interesarse por el tema, y serán ellos quienes lo propicien y den a conocer esta alternativa.
- ¿Está contemplada la participación de orientadores o prestadores gays y lesbianas?
- Silvina Peirano: Desde luego, la viabilidad de la AS estará dada por la aceptación de la diversidad toda (incluida la sexual), por lo que los intereses LGBT (Lesbianas, Gays, Bisexuales y Transexuales) estarán considerados.
En una provocadora invitación, Sex Asistent comenzó sus publicaciones planteando el siguiente ejercicio: “Asistencia o acompañamiento de la vida sexual y afectiva, en diversidad funcional o discapacidad: ¿SÍ o NO? Antes de responder, procure imaginar al menos, las siguientes situaciones: Una persona con discapacidad física grave o amputaciones, que no puede tocar sus genitales con independencia. Una madre o un padre que encuentran como única alternativa, practicar ellos mismos una masturbación para aliviar a su hijo/a con graves dificultades físicas o mentales; con las consecuencias que puede suponer para los padres y su hijo/a”.
Sí, necesariamente para analizar crítica y justamente la problemática de la AS necesitamos realizar un previo ejercicio de empatía, de alteridad, habitar imaginariamente ese espacio yermo donde (al menos por ahora) sólo los prejuicios y tabúes han encontrado terreno fértil.
“En la actualidad, es claro que la asistencia sexual encuentra numerosos obstáculos y opositores, en la medida que consideran que se trata de una forma de prostitución, abuso o comercio. La asistencia sexual en diversidad funcional puede legitimar o estar disociada de la prostitución, entre otras razones, por el hecho de necesitar una formación y un encuadre, y por estar restringida en cuanto a su objetivo: las personas con discapacidad, lo que no necesariamente criminaliza al trabajo sexual o prostitución. En conclusión, el apoyo y acompañamiento a las personas o parejas con diversidad funcional que decidan hacer valer sus derechos sexuales y vivenciarlos, debe centrarse necesariamente en el deseo y la decisión de éstos, propiciando una sociedad inclusiva, donde se reconozca la identidad sexual de cada persona (con o sin diversidad funcional o discapacidad) desde la aceptación de la libre expresión diversa”, sostiene Sex Asistent.
Por lo tanto, toda voz no escuchada, toda necesidad no atendida y todo derecho negado, debe ser recibido y reivindicado para ganancia de la sociedad toda.
Proyectos como Sex Asistent se animan a ser punta de lanza en esta zona inexplorada, animándose al error pero sabiendo que protagonizan un gran cambio.
“La sexualidad es una condición de vida, y no de supervivencia. ¿Estamos dispuestos como sociedad, a involucrarnos en éste cambio?”: quizá poco a poco, pero irrenunciablemente lo vayamos descubriendo.
Luis Eduardo Martínez
martinez_luiseduardo@yahoo.com.ar
Para mayor información consultar: http://sexesasitent.blogspot.com/
Fuente: El Cisne