El gobernador Miguel Saiz está frente al peor tiempo político y financiero de su gestión.
El oficialismo perdió la elección del domingo pasado y, después, el gobernador duplicó el impacto interno cuando vapuleó públicamente a su ministro de Hacienda, Pablo Verani, dejando aún inconclusa esa situación institucional.
La política puede esperar un cierre más lento de las heridas, pero las obligaciones gubernamentales requieren de mayores urgencias. Los aguinaldos -según Saiz- comenzarán a pagarse desde la semana próxima, pero nadie trabaja en esa complejidad.
En su azote, Saiz corrigió la marcha dispuesta por Verani para cancelar los aguinaldos. "No será en cuotas. Se pagará concluido el pago de salarios", fue su impugnación.
De esta manera, Río Negro deberá comenzar en días a cancelar el SAC, pero aún no tiene recursos ni dispositivo para su concreción.
Inexplicablemente, el mandatario enclavó una crisis institucional en un espacio que ya tenía a su gestión debilitada por la derrota en las urnas. El martes, Saiz concentró las culpas y desactivó otras responsabilidades. Al único que le cargó un pecado electoral fue al ministro Verani. "No fue neutro", dijo sobre el resultado de aquella decisión de pagar en cuotas del aguinaldo.
Lo flageló y luego se fue a Buenos Aires.
Frente a semejante ultraje, el contador se confinó en su despacho y esperó de las reacciones foráneas.
Verani tiene resuelto su futuro. Se irá del gabinete, pero espera la actitud del gobernador. Se lo planteó el jueves a su equipo.
Saiz regresó el viernes al Alto Valle y mañana viajará a Bariloche a reunirse con empresarios por el impacto turístico frente a la crisis de la gripe A. El mandatario se sumaría el martes al debate crítico y duro que ya la última semana comenzó la conducción de la UCR.
Río Negro ya paga las remuneraciones de junio y finalizará el sábado con "un rojo" ante el Banco Patagonia superior a 50 millones. En los meses anteriores, este descubierto se compensaba después con los ingresos por coparticipación federal e impuestos propios. Ahora quedan pendientes los aguinaldos, que exigen unos 70 millones. Verani preveía que Hacienda desvíe en la segunda quincena una parte de esas disponibilidades y abonar parcialmente los SAC.
La decisión de Saiz es cancelarlo todo en un pago, extendiéndolo en "los días que sean necesarios según los ingresos". Este desafío cae en mal momento por el declive de los recursos, que se profundizará con la convulsión económica por la gripe A. La recaudación en tributos rionegrinos de la segunda quincena rondará los 25 millones y el aporte federal mantiene su baja.
El desequilibrio financiero no estará en la cancelación del aguinaldo sino en la obligación inmediata de los haberes de julio que se deberían abonar a partir de los primeros días de agosto.
En Buenos Aires, Saiz retomó contactos y se reunió con el secretario general, Oscar Parrilli. No hubo promesas de asistencias inmediatas, pero en Casa de Gobierno no se pierde esa esperanza frente a la inestabilidad de recursos.
Verani accedió al mando de Hacienda en el trazo del equilibrio fijado en el 2003 por el gobernador y su antecesor, el hoy senador Pablo Verani.
Luego, Saiz y el ministro fijaron su armonía, extraña y cada vez más desequilibrada. Aquel nunca mostró mucho interés en el terreno de las finanzas y esa indiferencia le permitió al contador consolidar un inmejorable campo de poder. Imponía medidas en el gobierno que, en algunos casos, derivaron en conflictos internos. El mandatario, disgustado y demorado, tuvo que intervenir. Aplazó así un año y medio el decreto de unificación de cuentas bancarias y desestimó el desplazamiento del secretario de Obras Públicas, Osvaldo Mildenberger, el segundo de Hacienda, con quien el ministro no se habla.
La soberanía de Verani arraigó un fastidio de los allegados al gobernador y, finalmente, también en Saiz. La reacción pública del martes combina esos resentimientos. Hacía una semana que no hablaban. Lo había recibido el miércoles cuando Verani acompañó al intendente de Cipolletti, Alberto Weretilneck a una audiencia. Ya pasaron diez días y todavía no existió comunicación entre ellos. Esa resolución es cuestión de tiempo. Pero otras emergencias estatales no reconocerán ese lapso temporal.