El oficialismo se ufana al mostrar como un gran mérito el haber retomado, después de mucho tiempo de recibir muchos goles en el arco propio, la capacidad para fijar la agenda. En su modo de ver la realidad política, poco le importa a los K que hayan quedado desairados por declaraciones anteriores nada menos que Cristina y Néstor Kirchner. La Presidenta por sus burlas al "efecto jazz" y su esposo, cuando hace dos semanas se preguntó en Catamarca, a voz en cuello y desde un palco, "dónde está la calidad institucional", ya que la dirigencia de esa provincia tenía "miedo de perder", dijo y que, por eso, manipulaba la fecha de las elecciones.
Para justificar la decisión, derivada de las encerronas a las que el Gobierno estaba siendo sometido por la realidad, Cristina ha utilizado un argumento algo tirado de los pelos, como es que la gravedad de la crisis requerirá de mucho diálogo y debate que atempere las pasiones, algo que una campaña electoral muy larga no toleraría. Precisamente, estos atributos esenciales de la convivencia democrática es lo que le viene faltando al Gobierno desde siempre, algo que tampoco apareció ante la propia tropa, para darle un marco institucional a la movida imaginada en soledad en el dormitorio de Olivos.
Desde una interpretación de entrecasa, la sucesión de elecciones y las probables palizas que podría haber sufrido el kirchnerismo en la Capital Federal y Santa Fe sobre todo, es lo que pone a la política en el centro de las explicaciones y sobre todo la posibilidad de ganar en junio y no en octubre los votos que se necesitan en segundo cordón del Conurbano, el único bastión que parece quedarle a Néstor Kirchner para torcer la historia.
Más allá de las formas y de las cuestiones de desapego institucional, pocos han planteado hasta ahora como interrogante central lo mismo que se pregunta el ciudadano de a pie: ¿cómo me va a cambiar la vida esta decisión? Con el adelanto de la fecha, seguramente los argentinos se pregunten en qué puede mejorar la situación el adelanto de un turno electoral, junto a una serie de interrogantes que hacen a la situación económica que se vislumbra: ¿Es el adelanto un antídoto contra la crisis? ¿O será todo a la inversa y habrá que maldecir el mes de julio?
Y ante la enjundia que ha puesto la Presidenta en defender un modelo que ella sueña que se haga carne en todos los argentinos, seguro que los ciudadanos también se plantearán ya desde ahora la pregunta fatal para el Gobierno: ¿no será que todo esto tiene que ver con las debilidades del plan económico y con la gestión y que la crisis global finalmente impactará más fuerte? (Hugo Grimaldi, DyN)