| BEIJING (AP).- El entonces presidente estadounidense Bill Clinton, en un peligroso enfrentamiento entre China y Taiwán en 1996, envió a la séptima flota para impedir una guerra. Cinco años después, un avión espía estadounidense chocó con un caza chino, provocando una crisis prolongada de la que debió hacerse cargo George W. Bush. Ahora, es el turno de Barack Obama de enfrentar el reto chino y esta vez todo se remite a cuestiones económicas. Conforme se tambalea la economía mundial, China, con sus 1,9 billones de dólares en reservas y una economía que marcha a paso lento, pero se mantiene fuerte, ofrece la posibilidad de ayuda a los estadounidenses. La crisis que hereda Obama ha obligado a dejar de lado las viejas tensiones y puesto de relieve la magnitud de los cambios en la relación entre las dos superpotencias. China cuenta ahora con más de medio billón de dólares en bonos del gobierno estadounidense, mucho más que cualquier otra nación, y Washington necesita que Beijing continué comprándolos, a fin de financiar la deuda nacional y el paquete de rescate financiero, de 700.000 millones de dólares. Y aunque la economía de China depende mucho de las exportaciones a Estados Unidos, también se ha convertido en un enorme mercado para los productos estadounidenses, por lo que el cese de las relaciones comerciales, una vieja amenaza de Washington, se convierte en un arma de doble filo. "El cambio en la relación de poder entre China y Estados Unidos los ha hecho más interdependientes´´, dijo Cheng Xiaohe, experto en relaciones internacionales en la Universidad Renmin de Beijing. Obama pidió a Bush que boicoteara las olimpíadas en Bejing. Pero el tema pronto fue abandonado por el presidente electo, remitiéndose únicamente a los puntos económicos de la relación con China. | |