NEUQUEN (AN)- El suboficial Gabriel Jara fue ejecutado a siete metros de distancia y recibió dos balazos de distinto calibre, uno de los cuales le atravesó el cráneo. Pudo desenfundar su arma pero no alcanzó a usarla, por lo sorpresivo del ataque.
Estos datos se conocieron por la autopsia y las pericias balísticas, cuyos resultados preliminares ya fueron entregados a los investigadores.
El trabajo de los forenses determinó que el sargento ayudante de 42 años recibió un balazo en la cabeza que entró y salió, otro que le atravesó el muslo, y también presenta el roce de un proyectil en el pecho.
El martes se había informado en conferencia de prensa que la víctima tenía cuatro impactos en el cuerpo, pero la autopsia corrigió esta versión.
Tampoco se confirmó otro dato aportado por el ministro Jorge Lara, quien dijo que los delincuentes utilizaron balas de punta hueca. Este tipo de proyectiles causas más daño que los tradicionales y están prohibidos por tratados internacionales.
Uno de los detenidos, Gastón Barrientos, tenía en su campera 1.000 dólares y una pistola 9 milímetros cuando lo detuvieron. Cayó en Uspallata al 1.600, en el barrio Don Bosco.
Al restante, Daniel Martínez, la policía lo interceptó en Candelaria y Nihuel, también en el barrio Don Bosco. Fue a pocas cuadras de donde atraparon a su cómplice.
Los dos fueron quienes corrieron por Misiones luego del tiroteo, y al llegar a la intersección de esa calle con Chile, a una cuadra de la multitrocha de la ruta 22, interceptaron a un hombre que circulaba en moto. No lo golpearon ni le dispararon, pero lo encañonaron y lo obligaron a bajarse del rodado.
Se subieron a la Kawasaki 110 y tomaron Leguizamón hacia el sur, en dirección al barrio donde los detuvieron. La moto la abandonaron en la esquina de Palpalá y Patquía. Y desde allí comenzaron una frenética huida a pie, con todos los policías detrás suyo, metiéndose en los patios de las casas y saltando paredones. En el camino arrojaron dos chalecos antibala.