La movida del presidente Kirchner de invitar al obispo emérito Joaquín Piña (Puerto Iguazú) a la Casa Rosada no alcanzó a quebrar la comunión que dice tener el Episcopado, pero si a fisurar el frente interno que lidera el cardenal Jorge Bergoglio.
Intencionalmente o no, el primer mandatario logró dividir las opiniones hasta hoy coincidentes en cuanto a la estrategia de diálogo del purpurado porteño con los tres poderes del Estado.
Los comentarios religiosos entraron entonces en colisión. Se habló indistintamente de mediación no pedida, de canales institucionales no respetados y de movimientos conciliadores para bajarle la tensión a una relación Iglesia-Gobierno complicada.
También se dejó trascender malestar por lo que se interpretó como presiones para forzar un pedido de audiencia con el jefe de Estado, y hasta hubo sospechas de un "uso político" de la figura de Piña por parte de funcionarios del Presidente.
Las voces ya no fueron unísonas y dejaron trascender matices conceptuales sobre el modo cómo la Iglesia debía contribuir a fortalecer las instituciones democráticas, que los obispos estiman "todavía débiles".
Ese contexto enrarecido por la reunión, en la que Kirchner transmitió a Piña su disposición al diálogo con Bergoglio, obligó al vocero del Episcopado, presbítero Jorge Oesterheld, a ponerle freno a las especulaciones. "Una cosa son las gestiones personales de un obispo y otra muy distinta, el camino de diálogo institucional que estableció la Comisión Ejecutiva del Episcopado".
Algunos obispos tampoco se quedaron callados y sacaron a la luz diferencias sobre el accionar político de Piña, quien en octubre sentó un precedente nacional al desactivar la intentona reeleccionista en Misiones. Monseñor Juan Martínez (Posadas) fue uno de los que puso distancia, al asegurar que "Piña interviene en la política de la provincia como un ciudadano y no como Iglesia".
Estos matices recalentaron la interna episcopal, al punto de "fisurar" la cohesión detrás del cardenal Bergoglio en materia de diálogo, a quien sin embargo nadie cuestiona su liderazgo religioso. (DyN, Guillermo Villarreal)