Domingo 17 de agosto de 2003

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Estamos entre los peores

Cómo revertir la situación

El alumno habla o escribe para nadie

 

Los chicos no tienen idea de lo que escriben y leen

La mayoría no comprende ni sus propios textos.

Incluso llegan a la Universidad sin esa habilidad.

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Una investigación realizada por la Unesco evidencia que el 44% de los alumnos argentinos de 15 años no comprende textos simples.

Los saberes acumulados por los jóvenes durante los años de escolaridad no se adecuan fácilmente a las situaciones que impone la vida universitaria actual y, entre las principales dificultades observadas, los estudiantes no logran en ese período apropiarse de su discurso, según un estudio realizado por investigadores de la Universidad del Litoral (UNL) "La problemática de la escritura y la lectura en todos los ámbitos de la educación está siendo considerada desde diversos puntos de vista y sobre todo desde el área de las ciencias del lenguaje", dijo Adriana Falchini, profesora de la Facultad de Humanidades y Ciencias (FHUC) de la UNL.

Falchini realizó esta investigación, denominada "La lengua oral en las aulas", junto a la profesora María Beatriz Bolsi de Pino, en el marco de los Cursos de Acción para la Investigación y el Desarrollo (CAI+D), que promueve y subsidia la UNL La investigadora explicó que el estudio se realizó a partir de "los nuevos soportes informáticos, de las vertiginosas formas de lectura y de la producción de mensajes, y una cada vez mayor influencia de los medios masivos, que proponen distintas maneras de emitir y recibir los textos". "Este zapping cultural hace más complejas y resignifica las tareas de escritura y lectura. Propone un nuevo escenario para la construcción de significados y de nuestro pensamiento", afirmó Falchini Al mismo tiempo, la investigadora dijo que "se evidencian conflictos, porque los jóvenes apenas logran apropiarse del discurso, lo que representa un problema cuando enfrentan situaciones educativas exigentes, como las propuestas por los ciclos universitarios" En su estudio, las especialistas concluyeron también que "pese a las exigencias de lectura y escritura, la escuela no impide que el alumno egrese con problemas de comprensión" Las docentes observaron durante los últimos cuatro años los primeros escritos y textos orales de los alumnos como documentos lingüísticos, tomando como muestra aquellos ingresantes que cursan la cátedra Práctica de la Educación Oral y Escrita, que dictan ambas Falchini y Bolsi de Pino en la Facultad de Humanidades y Ciencias Esos "documentos" son capaces -según indicó la docente- de "explicitar los aprendizajes" realizados por los alumnos hasta ese momento. "Los alumnos evidencian una extranjeridad frente a sus propios textos escritos y sus discursos orales. En muchos de los casos se sitúan frente a las consignas de escritura sin una representación del escrito como producto final, es decir, sin representación del texto con valor pragmático y comunicacional", analizó Falchini De acuerdo a la investigación "no existe en los estudiantes universitarios una mirada experta sobre su propia escritura ya que no construyeron su propia demanda sobre el discurso, ni pudieron constituirse como sujeto autor y sujeto lector, para trabajar en forma autónoma con su palabra" En los doce años de escolaridad, durante los cuales los estudiantes se ejercitaron la escritura, la lectura y la oralidad, "la enseñanza de la escritura se situó más en el saber o poseer información acerca de los textos que en el plano del saber hacer", subrayó Fanchini. De esta forma, "los estudiantes aprendieron a través de innumerables textos, pero la reflexió sistemática sobre la tarea se ha solapado, diluido, y se supone adquirida", aunque verdaderamente no lo esté "El saber se ha escolarizado -afirmó la investigadora-, se ha convertido en una asignatura escolar, y se ha perdido la estricta relación que el lenguaje tiene con los dominios de desarrollo". Según Falchini, revertir esta situación requiere desplazar el eje que prioriza la lengua como objet teórico para comenzar a considerarla producto de la actividad social. "Hay que reemplazar la concepción de lengua como sistema de signos y relaciones por otra en que es utilizada por hablantes concretos en situaciones concretas de comunicación", afirmó En el marco de la cátedra Práctica de la Comunicación Oral y Escrita, las docentes se plantearon organizar el aula como un "espacio de investigación" acerca de la escritura. "Cada alumno debe descubrir su personalidad de escritor-lector, sus habilidades y sus dificultades, para trabajarlas durante su estudio y su vida profesional" Para esto, la cátedra se transformó en un taller que se dividió en dos módulos: lectura (que tiene como eje "Leemos como están escritos los textos") y escritura (que propone el eje "Escribimos pensando en ser leídos"). Allí los alumnos reflexionan sobre las características del proceso de escritura y sobre las características de su escritura profesional, a través de evaluaciones y correcciones de borradores en actividades grupales En el comienzo del taller, "los alumnos observan poco de sus escritos. Al avanzar en la concientización de los procesos, empiezan a ver más elementos, lo que favorece el aprendizaje y alienta la apropiación del discurso por parte de los jóvenes".

"A través del lenguaje, convertido en objeto de reflexión, la escritura permite reflexionar sobre el mundo. La escritura y el lenguaje escrito deben ser explorados desde el campo de la psicolingüística y sistemáticamente enseñados en la escuela", concluyen las investigadoras en el estudio.

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