Miércoles 26 de marzo de 2003 | ||
Misiles en el cerebro |
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Cómo afecta la guerra en la psiquis de la gente.
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El pasado jueves George W. Bush anunciaba que la Segunda Guerra del Golfo había empezado. Casi una hora antes, se había producido el ataque sobre Bagdad, aunque lo cierto es que los daños colaterales de esta contienda habían comenzado meses atrás. El día previo al ataque, un equipo de médicos del Hospital Pediátrico de Sadam, en la capital iraquí, ya había anunciado que los centros de la ciudad empezaban a registrar más casos de ansiedad entre la población debido a la amenaza de guerra. De hecho, la Organización Mundial de la Salud calcula que, en este tipo de conflictos, el 10% de las personas que viven experiencias traumáticas suele sufrir graves problemas de salud mental y otro 10%, comportamientos que dificultarán su capacidad para vivir con normalidad. El conflicto de 1991, el régimen político, una década de embargos y la incertidumbre de los últimos meses no harán más que agravar estas cifras, en especial entre los 12 millones de niños iraquíes, que son los más vulnerables. Tal y como explica Carlos Collazo, ex presidente de la Sección de Psiquiatría Militar e Intervención en Desastres de la Asociación Mundial de Psiquiatría, «el niño no es elástico, sino maleable. El trauma en la infancia puede afectar de modo permanente, pues hay marcas que quedan en el pequeño y que tienen sus consecuencias después. Por eso, una guerra nunca termina cuando parece que termina, ni empieza cuando uno cree que empezó». «Cuando visité Irak, el pasado diciembre, el mayor deseo de los niños era la protección: un sentido de amparo y de tener un espacio para planear y desarrollar sus capacidades. Sin duda, la guerra está destruyendo ahora la poca seguridad que tenían», relata Christoph Wilcke, responsable de la ong Save the Children en Oriente Medio. Y es que «un conflicto bélico no sólo afecta a la persona que en ese momento sufre la situación sino a una gran parte de la población», recuerda Mordechai Benyakar, actual presidente de la Sección de Psiquiatría Militar e Intervención en Desastres de la Asociación Mundial de Psiquiatría (WAP, sus siglas en inglés). Este organismo calcula que por cada fallecido o afectado físico a causa de una catástrofe puede haber hasta 200 personas dañadas mentalmente por la situación. Aunque los expertos consultados recuerdan que aún es demasiado pronto para hacer una estimación del número de víctimas psíquicas que tendrá el actual conflicto del Golfo, ya que «cada guerra tiene sus características y es muy difícil pensar desde un punto de vista occidental cómo va a actuar la población iraquí», aclara Benyakar, todo parece indicar que la salud mental de los civiles no va a correr mejor suerte que en otras contiendas. De hecho, algunas características de este pueblo no hacen sino agravar el pronóstico. Por ejemplo, un informe publicado el mes pasado por el "International Study Team" (un grupo de expertos de todo el mundo sobre salud, seguridad alimentaria y el impacto psicológico de los conflictos armados) estima que, «debido al amplio entramado familiar que existe en ese país, cada muerte causada por un ataque militar (un factor de riesgo para las reacciones depresivas crónicas) puede afectar a más de 50 parientes». Tanto la guerra de 1991 como la situación de embargo que la población ha vivido desde entonces empeoran el panorama. «Algunos individuos se acostumbran a vivir en situaciones de estrés, pero otras personas son más vulnerables y van padeciendo síntomas que, aunque pequeños, no son menos importantes», aclara Conde. Fuentes consultadas • "Lo disruptivo. Amenazas individuales: el psiquismo ante guerras, terrorismo y catástrofes sociales", de Mordechai Benyakar, 2002, Buenos Aires, Editorial Biblos. |
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