Miércoles 26 de marzo de 2003

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Misiles en el cerebro

 

Cómo resistir la realidad

 
  En el caso de los iraquíes que huyan del país «lo más problemático es que nos vamos a encontrar pacientes con enfermedades psiquiátricas como esquizofrenia o depresión y que, a causa del embargo, no están siendo tratados. Entre el resto de los recibidos en el campo, una minoría desarrollará graves trastornos mentales, aunque en los demás también hay que intentar normalizar la situación. Es necesario planear la distribución del campo intentando que no se perjudique mentalmente al refugiado, por ejemplo, creando centros de reunión social o escuelas», aclara la psicóloga Carla Uriarte, de Médicos del Mundo. Más difícil lo tendrán los ciudadanos que se queden dentro de Irak.
No sólo porque van a vivir de cerca la contienda, sino porque la asistencia sanitaria será más complicada.
Las ong"s ya venían teniendo problemas para entrar en el país, de modo que ahora la atención psiquiátrica quedará en manos de un sistema de asistencia mental que, al igual que ocurre con el resto de la Sanidad, estuvo a la cabeza de los países de Oriente Medio —precisamente, fue en Bagdad donde se creó en 1956 el primer hospital psiquiátrico de la zona—, pero que en la última década ha ido empeorando a causa la Primera Guerra del Golfo y del embargo. «Tras el conflicto habrá que plantear acciones internas porque son los civiles a los que más les va a afectar», sostiene Uriarte, si bien aclara que «la situación no va a ser tan grave como en Afganistán, porque son otras condiciones de partida».
Allí, en Afganistán, la OMS declaró hace poco más de un año que 23 años de constante guerra habían producido una auténtica crisis de salud mental: unos cinco millones de afganos (en torno al 20% de la población) sufrían problemas psicosociales como depresión, ansiedad o insomnio. Sin embargo, tal y como sucede en este tipo de conflictos, la población infantil era la más vulnerable. Según una encuesta realizada por UNICEF a críos de Kabul de entre ocho y 18 años, un 80% de los chicos sentía que no podía hacer frente a los acontecimientos y que no merecía la pena vivir.
Aunque la situación no sea tan grave como en el antiguo país de los talibán, ese organismo de la ONU también está inquieto por la salud mental de los pequeños de Irak, que constituyen casi la mitad de la población. «Desde nuestra amplia experiencia sabemos lo dañina que es la guerra para el bienestar emocional de los niños. Además de su inmediata seguridad estamos muy preocupados acerca de esas consecuencias a largo plazo», declaraba esta semana Carel De Rooy, representante de UNICEF en Irak.
   
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