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Lo conocen pocos rionegrinos. No más de un puñado.
Pero detrás de su enigmática figura emerge un hombre que exhala poder. Un ser temido por muchos de quienes lo han tratado. Un empresario con influencia personal y política desde su vieja y honda amistad con el mayor administrador de la provincia: Pablo Verani. Singular relación en la que es difícil determinar cuál es el confín de los afectos, dónde terminan los negocios y dónde empiezan ciertas políticas de Estado.
Se sabe que se llama Juan de Dios Rodríguez, y que es un emprendedor de la industria hojalatera que amplió luego su horizonte a otros rubros.
Tiene el dominio de más de una docena de empresas en el país, algunas gravitantes en la industria del envase. La mayoría de ellas ha registrado concursos, pedidos de quiebra y catarata de demandas. Otras protagonizaron resonantes fracasos y cierres. El quebranto de una de ellas, Cristalerías de Cuyo SA, fue de los más escandalosos de Mendoza.
Cultiva un perfil sumamente bajo, renuente a veladas sociales o compromisos institucionales. No obstante, se le conocen vinculaciones con algunos de los más poderosos empresarios del país, entre ellos Enrique Pescarmona.
Rodríguez y Verani se profesan una amistad fraterna, que nace a fines de la década del "50, cuando el gobernador se preparaba para ser abogado en la UBA. Luego, esa relación se consolida y se extiende. Es tan profunda entre las respectivas familias, que incluye los más trascendentes planes de vida y se recrea de viajes en común al exterior, aunque se resguarda de la exposición pública. Sobre todo, de las fotos.
Sin embargo, surgen datos que hablan de algo más que una estrecha familiaridad:
- Este protagonista casi desconocido está desde hace años al mando de Rocafé, una ex firma familiar de Roca que creció como "tostadero de café" en los inicios de la década del "70. Pero hoy hay una sospechosa armazón que lo preserva. Tan sospechosa que su mayor exponente en los papeles -un pobre jubilado puesto a presidente con el evidente fin de eludir responsabilidades penales- figura en una lista de investigados por la comisión parlamentaria que intenta desenmarañar la trama del lavado de dinero en el país.
De la mano de Juan de Dios Rodríguez, Rocafé desarrolló un perfil mayorista en el rubro de alimentos en el apogeo de la gestión Verani. Precisamente durante el período de su amigo el gobernador, Rocafé alcanza con Rodríguez el status de privilegiado proveedor del Estado de productos alimenticios, como parte del -parafraseando al gobernador- "leit motiv" de la gestión oficial: la política clientelista. Son los bolsones que el ex ministro Daniel Sartor acostumbraba repartir por los barrios, aunque también los que alimentan a los cada vez más urgidos chicos de las escuelas.
La firma ganó la mayor parte de las licitaciones, porque habitualmente ofertó menos que sus competidores. Si bien nada objetable hay en ello, alcanzó un trato diferente: cobrar más pronto que el resto, y en riguroso efectivo.
- Por otro lado, la amistad serpentea por una incursión clave en la provincia, que va más allá de un simple negocio de café y alimentos. Ese interés se llama Alpat, la eternamente inconclusa planta de soda solvay que se levanta cerca de San Antonio Oeste. Se trata, como veremos, de un objetivo denodado, que se refleja en una sorprendente injerencia en las políticas de Estado, en presión constante por la reactivación del "elefante blanco" de la provincia.
- Pero Rocafé -sus integrantes, números y maniobras accionarias- merece una profunda atención. Esta investigación de más de un año ha permitido detectar extraños movimientos de fondos y, además, por significativos volúmenes que no tienen relación con la facturación de la firma. Estas transferencias están vinculadas con otras empresas del grupo Juan de Dios y entidades financieras. Es dinero que entra y sale y que permite sospechar que Rocafé es apenas el eslabón de un enjuague financiero.
- En consonancia con estos curiosos flujos de dinero que detallaremos más adelante, hay otras dos cuestiones nada claras. Hoy, como se señaló, en los papeles el presidente de Rocafé es un jubilado indigente de 83 años que admite que sólo prestó su firma y que fue detectado por "Río Negro" en una vieja casa que se cae a pedazos.
Y la empresa que ahora figura como propietaria de Rocafé es todo un enigma en cuanto a sus constituyentes y su domicilio asentado en un edificio de Montevideo, Uruguay, donde nadie sabe nada sobre ella.
Este diario pudo confirmar lo que sospechaba. Este jubilado llamado Luis Ramón Mestres, L.E. 1.234.663, figura con este nombre y documento en la lista de clientes de un estudio jurídico contable (Vignoli-Laffite-Lublinerman) incluida en el preinforme de la Comisión Investigadora del Lavado de Dinero, presidida por la diputada Elisa Carrió. Mestres está entre cientos de personas que trataron con este estudio uruguayo que -según los documentos llegados a la comisión- se dedicaba a armar sociedades anónimas para luego venderlas. El objetivo: "montar una mecánica probablemente elusiva de los deberes fiscales de los ciudadanos argentinos", dice el informe.
- Hace unas décadas, el ahora gobernador Verani estuvo vinculado a negocios de Juan de Dios. Fue gerente de Rocafé en los años 70 y organizador-asesor de otras empresas del grupo, incluida la fallida Cristalerías de Cuyo.
En la actualidad, la relación Verani-Rodríguez demuestra con hechos que trasciende el marco de amistad y se prolonga en comunicaciones fluidas entre el gobernador y directivos de la firma.
Se sabe que Verani es un habitual interlocutor del actual gerente, Carlos Petit. Las llamadas directas al gobernador son moneda corriente y se realizan casi sin discreción dentro de la firma.
Una anécdota: tiempo atrás, el gerente de Rocafé estaba en el despacho del gerente del Banco Nación de Roca para hablar sobre ciertos problemas en las cuentas bancarias de la firma. Tal vez para impresionar, tomó su celular y, delante del funcionario bancario, marcó un número de teléfono. Cuando lo atendieron preguntó: "¿Pablo?", y siguió hablando en confianza sobre el tema, invocando que lo hacía con el mismísimo gobernador. La reacción que causó en el funcionario bancario no fue la que, al parecer, deseaba. Lejos de flexibilizar las exigencias, el banco aplicó las normas como a cualquier "hijo de vecino", y el resultado es que las operaciones de Rocafé fueron objetadas por la falta de correspondencia en las firmas de los cheques o la ausencia de garantías suficientes para respaldar descubiertos.
- Otro habitué de Rocafé es Salvador "Tole" Verani, hermano del gobernador. Este empresario dueño de la firma mayorista de Roca "Maxi consumo S.A." es proveedor de Rocafé de insumos como alimentos al natural, gaseosas, etcétera. Por lo que se sabe, no se trata de productos que intervengan en las licitaciones, sino que son luego revendidos por Rocafé, también mayorista. Cuesta advertir cuál es el negocio. Todo parece circunscribirse a un "gesto solidario". Las visitas de "Tole" Verani a la firma de Juan de Dios son muy frecuentes, sostenidas en la gran amistad que tiene con el gerente Carlos Petit.
Como se ve, todas estas comunicaciones y presencias tan vinculadas al poder desde una simple firma comercial tienden a confundir al menos avisado.
De la hojalata al café
¿Qué extraña razón tuvo un inversor de la industria hojalatera como Rodríguez para comprar un tostadero de café que, para la magnitud de la facturación de sus negocios, gravita mínimamente? Téngase en cuenta incluso que la compró 20 años antes de ser licitataria del Estado rionegrino.
No cabe en el sentido común que un empresario que factura más de 60 millones de pesos al año se interese en adquirir un comercio a 1.200 kilómetros que, hasta que fue licitatario del Estado, facturaba anualmente no más de un millón de pesos.
¿Hasta dónde el aprecio que tiene con su amigo Verani lo pudo llevar a invertir a Río Negro?
Rocafé, devenido en mayorista de alimentos, logró con el gobierno actual ventajas en el cobro de las licitaciones que serían la envidia de cualquier comerciante en estas épocas de desventura.
A diferencia de otros proveedores que deben fatigar un cobro, o resignarse a obtener bonos, éste cobró rápido y en efectivo.
También obtiene beneficios por la contratación directa de máquinas expendedoras de café y otras bebidas en los organismos públicos de la provincia.
Pero, pese a todos estos privilegios, los mayores ingresos que percibe no son representativos del volumen de negocios que Rodríguez maneja.
Un extraño flujo de dinero
La respuesta a estos interrogantes puede hallarse en el movimiento de fondos de Rocafé, que presenta más que curiosidades difíciles de justificar: Se trata de flujos generosos con otras empresas del grupo de Juan de Dios Rodríguez y con un manojo de bancos y entidades financieras, al parecer acreedoras de aquellas otras firmas pero no de la firma roquense.
En resumidas cuentas, sale de Rocafé un cheque pos-datado, y, por otra parte, ingresa una suma de dinero idéntica a través de un depósito bancario en la Capital Federal. Una operación de características más que llamativas, ya que hacen suponer que la firma es utilizada como un eslabón en una cadena tendiente a "blanquear" una suma, que no se corresponde con ningún gasto realizado por Rocafé ni por ninguna venta de la firma.
No hay factura, no hay deuda, no hay pago. Sólo dinero que entra y dinero que sale, en montos lo bastante chicos como para no generar interrogantes en las entidades bancarias. Pero con una regularidad prolija y cauta, que a lo largo de los meses suma cifras significativas.
El extraño flujo de fondos entre Rocafé y otras empresas del grupo Juan de Dios Rodríguez constituyen, sin duda, un dato central a la hora de analizar la evolución contable de la firma, ya que se producen por un monto que supera incluso la facturación anual de la empresa.
Una novedad puede alterar en algo el misterioso movimiento: Rocafé estuvo un buen tiempo inhabilitada para operar con cuentas corrientes. Esa inhabilitación figuró en el banco de datos financiero "Veraz", donde se consignó que fue registrada a pedido del Banco Central y que regía desde mediados marzo de este año hasta marzo de 2006. Se fundó en una sanción por librar cheques sin fondos.
Para revertir la inhabilitación, habría sido decisiva la gestión de una profesional -familiar de un alto funcionario de Economía de Nación- con intereses económicos en la región.
Si bien volvió a operar normalmente con los bancos, habría ya una entidad de la zona a punto de cerrarle nuevamente la cuenta por los mismos incumplimientos.
Dinero que va y viene
El silencioso "ir y venir" del dinero podría pasar inadvertido para la AFIP o el sistema financiero por los "pequeños" montos que involucra.
En febrero, por ejemplo, ingresaron a la cuenta de Rocafé en la sucursal porteña del Banco Patagonia 25.000 pesos en efectivo. Idéntico valor fue objeto de un cheque emitido por la firma en forma casi simultánea, aunque con fecha posterior.
Días más tarde, otra operación -pero por 20.000 pesos- se concretaba de la misma manera.
A mediados de ese mes, otros dos movimientos de dinero -entrada y salida- se concretaron por 15.000 pesos en cada uno de los casos. Es decir, en poco menos de un mes, 75.000 pesos "circularon" a través de Rocafé sin un destino definido.
Durante el año pasado, la operatoria se repitió, incluso por totales mensuales bastante más importantes al mencionado, que rondaron un promedio de 200.000 pesos. En muy pocas oportunidades, estas transacciones se realizan con bancos, como es el caso del Boston.
Lo habitual, en cambio, es que la intermediación tenga en un extremo a alguna compañía financiera, y en el otro vértice a determinadas empresas de Juan de Dios Rodríguez -Vitra o EPSA (Envases del Plata S.A.)-. Y en el medio a Rocafé.
Entre las financieras, las "habitués" son Cofibal, Dielmar, Tutelar, San Pedro, Intercred y Multifinanzas.
Curiosamente, entre varias de ellas hay coincidencias en cuanto a la integración: Sergio Arturo Villagarcía, por ejemplo, es síndico titular tanto en Multifinanzas como en Cofibal. Elías Jorge Polonsky es síndico titular de Multifinanzas y suplente de Cofibal. Y esto, pese a que Cofibal es una empresa con sede originalmente en la entrerriana Gualeguaychú, que tiene desde octubre de 1999 sucursal en Buenos Aires. Y pese a la distancia que la separa de estas tierras, entre los bancos con que opera se cuenta el Patagonia SA.
Otra curiosidad: la Cooperativa de Vivienda, Crédito y Consumo Dielmar Ltda. dejó formalmente de operar en marzo de 2000 aunque al menos hasta bastante después -octubre de ese mismo año- fue también uno de los vértices de ese flujo de fondos a través de Rocafé.
Obviamente estas transferencias no eran préstamos que conseguía para sí misma la empresa roquense, por dos causas técnicamente comprobadas:
- Las necesidades financieras anuales difícilmente pueden superar la facturación total de una empresa;
- Las tasas que están cobrando hoy estas financieras por créditos otorgados en ningún caso bajan del 35% anual, valor que asfixiaría cualquier actividad comercial que esté "por derecha" en el mercado.
Sin embargo, una vez que el dinero ingresaba en la cuenta del Banco Patagonia de la sucursal en Capital Federal, los cheques eran remitidos pos-datados desde Roca y los fondos se blanqueaban como "financiamiento para la empresa".
Investigación:
Julio Rajneri, Italo Pisani,
Alicia Miller, Carlos Torrengo, Javier Lojo y
Adrián Pecollo.
Foto 1: Verani y Juan de Dios, en febrero en Mendoza. Juntos en el momento en que el gobernador esperaba un diagnóstico sobre su enfermedad.
Foto 2: Rocafé. De tostadero de café y empresa familiar a mayorista y eslabón del grupo Juan de Dios Rodríguez. |