Domingo 9 de setiembre de 2001 | ||
Un personaje en la oscuridad
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Un personaje en la oscuridad |
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Valle Montuoso S.A. Así se llama la propietaria de Rocafé. Pero es todo un enigma, desde su integración societaria hasta su domicilio real o fiscal, asentado en Montevideo, Uruguay. Todo indica que es un sello tendiente a alejar a Rodríguez de las miradas fiscales. |
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En síntesis, pasaban por Rocafé transferencias sospechosamente sistemáticas y con volúmenes incongruentes con la facturación de la firma de Roca. Durante el 2000, los fondos que mensualmente llegaban a la firma rondaron los 200.000 pesos, y al finalizar el año habían acumulado algo así como 2.600.000: una cifra importante si se considera que Rocafé factura por las ventas de alimentos unos 2.400.000 pesos. Lo que importa, en definitiva, es determinar de dónde procede el dinero que se depositó originariamente en la cuenta de Rocafé. En ese sentido, hay dos hipótesis: • Una, que sea producto del crédito obtenido en las financieras: es decir, se deposita el dinero, luego vuelve a una empresa del grupo Juan de Dios. Tal vez eso sea sólo parte de una "bicicleta" financiera con el propósito de alterar los volúmenes reales de facturación. Pero se trata de una alternativa muy cara, porque si se plantea con dinero que proviene de préstamos hay que pagar intereses que son elevadísimos. • La otra hipótesis: se trata de dinero cuyo origen se desconoce y que por alguna razón se quiere introducir en el circuito y se hace aparecer en un depósito, luego llega a la cuenta de la empresa del grupo en Buenos Aires y así ya ingresa en el circuito legalizado, porque aparece como el pago de un servicio prestado. Otro misterio: Valle Montuoso Es altamente probable que un misterio esté unido a otro. Es decir, el movimiento de fondos, a la nueva titularidad de la firma, en manos de una empresa de la que nada se sabe más que un domicilio apócrifo en Uruguay. Valle Montuoso S.A. Así se llama la empresa que es propietaria de todas menos una de las acciones de Rocafé. La firma es todo un enigma, desde su integración societaria hasta su domicilio real o fiscal. En el contrato de compra y venta de acciones suscripto en agosto de 1997 sólo se establece que Valle Montuoso S.A. es la empresa que compra el 90% de las acciones de Rocafé en poder de Juan de Dios Rodríguez y el 9% de Daniel Hugo Rodríguez. Sólo el 1% queda en manos de Rodríguez hijo. Los primeros interrogantes surgen del mismo contrato. Donde se debe consignar los datos del presidente de Valle Montuoso S.A., hay un espacio en blanco llenado a pulso con bolígrafo: Diego Pons. Y en cuanto al domicilio, hay un asterisco y al pie de página se menciona: "Yaguarón 2.015, sexto piso. Montevideo. ROU". De Diego Pons fue imposible obtener dato alguno. Nadie ha oído hablar de él. Y sobre el domicilio de Valle Montuoso, investigaciones realizadas por "Río Negro" en Montevideo, permitieron establecer que la dirección efectivamente existe pero no la empresa. Se trata de una edificación horizontal de seis departamentos. En el sexto, la dueña -una mujer de apellido Martínez Novo- dijo desconocer la existencia de Valle Montuoso. Tras las consultas a los demás departamentos se llegó a los mismos resultados. No obstante, hay un registro de inscripción de esa firma en un Boletín Oficial del 15 de enero de 1997. Se menciona una empresa de un capital de 100.000 dólares y de una duración proyectada en 100 años, pero no fue posible constatar si se trataba de la misma firma propietaria de Rocafé. Según pudo averiguar "Río Negro", los trámites que despegan a los Rodríguez de Rocafé y transfieren la propiedad a la misteriosa firma uruguaya fueron realizados en el estudio de un abogado de apellido Schiavino, habitual asesor de Juan de Dios. Además de Pons, aparece otro nombre asociado a Valle Montuoso. En un acta de setiembre de 1999 se menciona a Vicente Ramón Ascencio como representante legal. Seis meses más tarde el nombre de Ascencio aparece como accionista de Rocafé junto a Daniel Hugo Rodríguez. Ascencio es, según parece, otro desconocido. Un presidente "trucho" Simultáneamente a esa fecha, surge otro enigmático aunque importante integrante del elenco: Luis Ramón Mestres. Es nombrado nada menos que presidente del directorio de Rocafé el 1 de marzo de 2000 y todo indica que sigue siéndolo desde entonces. Pero dentro de la empresa de Roca no lo han visto nunca. "Río Negro" lo encontró pocos meses atrás en una deteriorada casa de Avellaneda, en Buenos Aires, donde no tuvo empacho en decir: "Soy testaferro... Hable con Juan de Dios..." (ver desarrollo de la nota en las próximas ediciones). Este jubilado de 83 años, locuaz pero de pobre léxico, obtuvo hace dos años amplísimos poderes bancarios y de administración para su jerarquizada función en Rocafé. Se los transfirieron de su anterior presidente Roberto Ramón Gil, otro hombre que es un misterio entre los empleados de Rocafé y que, antes de Mestres, figuraba como presidente. Gil también es oriundo de Avellaneda. (Sugestivamente, en las actas y actuaciones notariales de transferencia de poderes no aparece nunca la firma de Mestres ni de Gil). Tan amplios eran estos poderes que le permitían a Gil, y luego a Mestres, hacer todo tipo de gestiones administrativas en organismos oficiales y la Justicia; constituir y aceptar gravámenes; reconocer, cancelar, dividir y transferir hipotecas y prendas; tomar dinero y bonos en préstamos sin ninguna limitación... En fin, administrar todo lo que a uno puede ocurrírsele. Pero evidentemente se tornaba para la empresa poco operativa la gestión de Mestres -recluido en su precaria casa del sur de la Capital Federal- para las gestiones bancarias. Algunos recuerdan la penosa visita de Mestres a Roca, traído en avión, apenas maquillado con un traje raído, con el objeto de registrar su firma en los bancos Patagonia y Nación, para lo cual las autoridades de la entidad consideraban ineludible su presencia. Para evitar que tuvieran que recurrir a Mestres, los verdaderos dueños de Rocafé optaron por transferir un poder general al actual gerente de la empresa, Carlos Petit. Esto apenas tres días después de que Mestres fuera designado presidente. Fue un amplísimo poder que, sin embargo, no incluía firmas bancarias. ¿Quién firma los cheques, entonces? Una incógnita, ya que Mestres no ha vuelto a pisar la región y sigue siendo, por lo menos para el banco Patagonia, la única firma autorizada. En cambio otro banco de provincia con sede en Roca abrió -por error o a sabiendas- una cuenta de Rocafé autorizando que firmara el gerente Petit, pese a carecer de poder específico para ello. En realidad, casi todos los bancos con los que opera Rocafé han tenido dolores de cabeza a la hora de intentar certificar garantías para los créditos, ante la falta de información completa en el legajo del cliente. La falta de precisiones acerca de quién constituye Valle Montuoso SA, y la reciente referencia de Mestres a que "tienen que verlo a Juan de Dios" para cualquier asunto vinculado a Rocafé, llevan a suponer que tanto misterio tiene como primer objeto alejar a Rodríguez de la mirada de quienes tramitan el cobro de deudas o la quiebra de otras empresas del grupo. No se descarta que tras esa figura jurídica pueda encontrarse alguna personalidad de Río Negro que prefiera no figurar abiertamente con su nombre y apellido. Pons, Gil, Mestres: un eslabón evidentemente destinado a ocultar los verdaderos dueños de Rocafé. La inclusión del pobre anciano Mestres en la lista de clientes de un estudio jurídico uruguayo que -según consta en el informe de la comisión legislativa- asesoraba y armaba estructuras para el lavado de dinero es altamente indicativo en ese sentido. Y Valle Montuoso, sólo un sello, provisto desde un país menos exigente para constituir sociedades anónimas como Uruguay. Otra pantalla al mismo servicio. Foto: Rocafé. Cuesta creer el interés de un empresario que factura más de 60 millones en adquirir un comercio menor a 1.200 km. de distancia. |
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