Domingo 20 de mayo de 2001

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No podría definírselos como un éxito de rating, pero forman parte de la realidad televisiva. El verdadero negocio de "El Gran Hermano" y "El Bar" son las llamadas, los anunciantes y el interés que provocan en ciertos segmentos de consumo. A esta altura, los actores ya han dado su veredicto y no es el mejor. La batalla continúa, seres anónimos que exigen algo más que sus 15 minutos de fama, frente a un medio que busca conquistar a una audiencia menos cautiva que en otras épocas.

  El fenómeno de los "reality games shows" continúa su camino de polémica y recaudación en la televisión argentina. Pocos han permanecido en silencio frente al "vivo y en directo" de los programas que graban la intimidad de un grupo de personas. Unas atrapadas en una isla, otras en una casa y las restantes en la parte trasera de un bar muy concurrido.
Algunos analistas ven en estos ciclos un síntoma de la decadencia de la televisión, pero para otros es sólo una moda más. Ya pasará, indican. Los actores, los conductores que viven precisamente del medio se han levantado en pie de guerra. Los anónimos quieren mucho más que 15 minutos de fama. La comunidad artística fue el sector que tomó la novedad de forma más radicalizada.
"Expedición Robinson" se había salvado de este tipo de críticas por haber ofrecido un enfoque distinto del género, pero el desembarco de "Gran Hermano" y "El Bar" generaron una catarata de opiniones de toda clase y tenor.
El periodista Luis Majul no dudó en calificarlos como "la nueva droga de los argentinos", mientras que Mirtha Legrand admitió que le gustaría que se le diera la misma difusión a acontecimientos culturales.
Para otros el tema tiene implicancias más graves. "Lo grave es la propuesta de la pérdida de la dignidad llevada al plano del espectáculo", indicó Norma Aleandro.
"Es una moda como el paddle, ya pasará", dijo a su turno Fernán Mirás.

"Esto tiene mucho de circo romano, entre una cosa y la otra hay un límite muy breve", sostuvo la actriz para quien el hecho de que esos ciclos ocupen horas de ficción queda "en segundo plano" frente a la tragedia de ver alegremente cómo un grupo de jóvenes pierde la dignidad en vivo y en directo frente a millones de televidentes.
Para Eduardo de la Puente, también hay un problema que parte de los espectadores: eligen espiar situaciones y personajes que carecen del más mínimo interés y se hacen eco de ellas como una "vieja de barrio".
"Si te gustan los reality shows sos un fisgón, un chusma, ni siquiera sos un voyeur. No estás viendo algo interesante, no estás viendo la vida íntima de Nico Repetto. Estás viendo lo que podés ver en un barrio a las 2 de la tarde, con una persiana un poquito levantada para que no te miren a vos. Me parece una bajeza total y absoluta", comentó el conductor.
Según Jorge Marrale, el tema oculta un costado ideológico muy serio que sirve para imponer patrones de conducta que de otra forma serían rechazados por la sociedad.
"Para vivir en esta especie de callejón en el que estamos hay una serie de cosas que tienen que estar aceitadas, si no, es imposible", sostuvo el actor.
"Conozco casos en que el jefe les dejó a los jóvenes empleados del lugar que iban a ser desalojados que se eligieran entre ellos para echarse. Ese sistema perverso se vuelca también al trabajo. No es gratuito", añadió Marrale.
El mítico Alberto Migré coincidió en que estos ciclos pueden modificar la forma en que la sociedad percibe prácticas tan fundamentales como el trabajo.
"Son espantosos y no deben estar en el aire, sobre todo por ese juego, o lo que ellos dicen que es un juego, en el que le proponen a la gente eliminar a alguien. Terminemos de eliminar, porque sabemos adónde lleva ese juego. No eliminemos a nadie, porque todos somos útiles", enfatizó.
También hubo quienes se burlaron de los ciclos por la falta de interés que generan y la sobreexposición mediática de los que son objeto, como en el caso de "Todo por dos pesos" y su sketch "La casa de Orlando", en la que un grupo de muñecos de Disney y otros personajes conviven en un ambiente por de más insulso.
"Hemos hecho otro programa más de muñecos, creo que está todo dicho", sostuvo Diego Capusotto ilustrando su opinión sobre los reality shows.
Pero aunque sean los menos, hay quienes están en favor de este tipo de manifestaciones, cansados del uniformado panorama de la pantalla chica y su falta de ideas.
"Me gusta mucho más "El bar", que es un reality show, que la ficción. Salvo un par de programas que se salvan, me parece todo muy mediocre", comentó Favio Posca, dando a entender la postura por la cual eligió no estar en tevé este año.
Habrá que ver ahora cómo evoluciona este nuevo estilo de hacer y concebir la televisión. Aunque lo que queda claro es que el debate está planteado y no hay medias tintas. (Infosic)

   
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