Domingo 20 de mayo de 2001 | ||
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Reflexionando acerca de la inmortalidad del cangrejo |
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"Pobrecitos, están encerrados", se le ha escuchado decir a una señora. Así es, entre cuatro paredes estos chicos desnudan su alma frente a la cámara. Qué se puede hacer sino hablar, hablar y hablar. |
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Impresiona recorrer el perímetro oscuro que rodea la casa de "Gran Hermano", el lugar más cercano al que se puede aproximar un habitante del "afuera", sobre todo porque permite asomarse a las mil y una ventanas de un aislamiento que huele a laboratorio, pero no es más que un éxito de la televisión mundial trasladado a la Argentina. Parado a pocos centímetros de Gastón, el más amado y odiado de los participantes del programa, parece mentira que 12 jóvenes hayan elegido perder todo contacto con el mundo exterior durante 112 días, aunque vale la pena aclarar que los postulantes fueron 25.000. Parece mentira porque Gastón ignora que lo están mirando del otro lado de un doble vidrio que para él es un espejo pero, que en realidad, es la cerradura por la que millones de personas pueden espiarlo mientras se confiesa, llora, putea o se ríe. Viendo toda esta parafernalia tecnológica al servicio de un programa de televisión, no hay forma de dejar de recordar "1984", la novela futurista en la que a fines de la década del "40 el escritor inglés George Orwell habló de un único país conducido por una figura a la que llamó "Gran Hermano". El "ojo que todo lo ve" de Orwell son 30 cámaras fijas y otras tantas que corren por unas vías que rodean la casa del otro lado de las ventanas (por eso el perímetro oscuro) y hay 70 micrófonos a los que no se les escapa suspiro alguno. Adentro no hay relojes ni calendarios y el tiempo fluye caprichosamente, tanto que un gallo encargado de acompañar a las gallinas que proveen de huevos a los participantes no deja de cantar por la sencilla razón de que tiene una luz prendida sobre su cabeza las 24 horas. Rodeado de altos muros y protegido por un sistema de seguridad digno de una embajada, el equipo de 170 personas trabaja las 24 horas en turnos rotativos de ocho y nadie para porque siempre están saliendo en vivo, además de los tres programas que emite Telefé por día. Las actividades del jueves soleado que Infosic logró ingresar a la fortaleza emplazada en pleno Martínez, en el norte del gran Buenos Aires, consisten en amasar algunas de las 500 pizzas que constituyen el desafío de la semana y jugar al fútbol en el patio. Tanto las pizzas como el horno para cocinarlas y el freezer donde se conservan serán donados a un comedor para chicos de la zona por iniciativa del todopoderoso "Gran Hermano". Pero ahora el tema de conversación entre Martín y Santiago es la pelota que el mismísimo Diego Maradona acarició y autografió en su visita a la casa, que acaba de colgarse y ahora descansa en el techo del control. El encierro y la falta de novedades relevantes hacen que hasta el hecho más corriente se convierta en una razón para llorar o hablar todo un día. Como el trozo de una hoja de diario que un día aterrizó en el patio y les permitió enterarse de que Boca le había ganado el último clásico a Ríver, o las pocas veces en que detrás del vidrio espejado descubren la silueta de una lente y gritan excitados. En su oficina instalada a pocos metros de la casa, Marcos Gorban le dice a Infosic que le gusta ser el productor ejecutivo de "Gran Hermano", aunque recién desde hace dos semanas se toma franco el domingo y desde octubre último trabaja un promedio de 12 horas por día. A los 32 años, este periodista, que fue responsable de varias cámaras ocultas de "Videomatch" y productor general de Canal 7 antes de ingresar al mundo de los "reality show", comanda un barco al que se suben 4 millones de personas por día en Capital y el gran Buenos Aires, si se suma el rating de las tres ediciones del programa. "Es una animalada", dice, definición que también es propicia para los 90.000 llamados telefónicos con que el público resuelve que uno de los participantes dejará el programa o las 40.000 personas que recibe diariamente el sitio de "Big Brother". Para Gorban, "es como si los participantes vivieran en la luna", con la característica de que tienen las mínimas comodidades ("se arreglan con lo que tienen") y cuentan con un presupuesto de dos pesos cada uno por día para comprar desde champú hasta comida. Al gallinero y una huerta donde los chicos se procuran huevos y cultivan distintas hortalizas se añade el único detalle que no había estado en ningún otro de los 18 países por los que pasó el programa: una vaca y un ternero que, además de quedar lindos desde el punto de vista decorativo, pueden dar leche. Desde el 10 de marzo, cuando comenzó la carrera por los 200.000 pesos, una Patricia y un Gustavo optaron por la salida voluntaria y fueron reemplazados por una Daniela y un Marcelo, miembros de un banco de suplentes integrado por diez seres anónimos que esperan saltar al campo de juego de la fama. El hermetismo no se altera ni para una charla de media hora con una psicóloga que cada participante debe mantener una vez a la semana, sin contacto físico y que se hace por un circuito cerrado de televisión que no sale al aire. Las comparaciones con el competidor más parecido ("El Bar") no son posibles para Gorban, quien considera que están dirigidos a diferentes "segmentos de la población" y que el rumor de que en "Gran Hermano" se sigue un libreto es "absurdo". Desde el control, donde reina el silencio y las pantallas son seguidas todo el día por diez pares de ojos, María Daniela (azafata de Aerolíneas Argentinas) ni se imagina que mientras ella sonríe despreocupada, sus compañeros de trabajo están saliendo por otro canal, pero protestando porque no les pagan el sueldo. (Infosic) |
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