El comienzo del Mundial reedita la polémica entre aquellos intelectuales que reivindican el deporte y aquellos que lo consideran un espejo del peor nacionalismo y la irracionalidad sociales.
La mayoría de los candidatos, incluso en la izquierda, sabe que proponer un diálogo con la guerrilla los hace bajar en las encuestas. Por eso, con matices, plantean dureza ante el grupo.