| Como un indicio más de culpabilidad, el tribunal analizó el comportamiento del joven imputado después del crimen y a lo largo del juicio oral. En todas las audiencias se mostró "gélido, de mirada inexpresiva; tranquilo y frío". Una tendencia marcada a "la manipulación, la desafectivización y la cosificación de la víctima" detectaron los peritos psicológicos. Tras el crimen, según leyó la jueza, "escapó, y recién fue detenido días después, cuando se realizó un allanamiento en su casa y se lo encontró escondido detrás de una heladera". Sus "antecedentes violentos" , sus "malos y peligrosos hábitos", el "inhumano y cobarde ataque" y la "propensión a los ataques con armas blancas" fueron algunos de los elementos del carácter de Iván Garrido que sumaron aún más credibilidad a la acusación. Tiene un pasado de violencia conocido. En el 2006, cuando aún era menor de edad, fue declarado penalmente responsable del delito de "robo doblemente calificado por el uso de arma y por la producción de lesiones graves" en la víctima, Ana Jara, otra mujer del barrio San Martín. También fue acusado por testigos de otras agresiones a mujeres. | |