Con ojos cristalinos, con el alma en la mano, con ese rostro de incredulidad digno de un pibe de 20 años que acaba de sacar la tierra de su eje... Así habló Juan Martín del Potro, con esa estampa de gigante buenazo les hizo saber a las 22 mil y pico de personas que no lo podía creer, que había cumplido su sueño.
A esa altura ya había hablado Roger Federer, siempre caballero y diplomático. Le cedieron el micrófono y Delpo desanudó la garganta para decir que desde chico soñó "con ganar este torneo. Hoy (por ayer) lo logré, pero me falta cumplir otro sueño: parecerme a Roger". El suizo no dijo palabra, pero agredeció el elogio con una media sonrisa.
Delpo, que además del premio que repartió el torneo (1.600.000 dólares) se quedó con 250.000 dólares por ser tercero en la serie de torneos americanos y un automóvil cedido por uno de los sponsors del certamen, agradeció luego a su equipo, encabezado por Franco Davin, y a su familia. "Sin ellos esto es imposible de hacer. Esta victoria es para la gente que me apoyó todo el tiempo, desde chico", dijo con los ojos acuosos.
"Es muy difícil creer lo que estoy viviendo. Estuve siempre abajo ante el mejor jugador del mundo. Por momentos las cosas no salieron pero en esos instantes estuve muy tranquilo, no aflojé. Y aunque Roger se equivoca poco, pude ganar los puntos importantes y llevarme el partido", analizó.