La pérdida de un hijo no se supera nunca. Es una circunstancia de la vida que te consume y te corroe el alma poco a poco. Ángel Bartolomé (68) y Silvia Ghigliazza (63), intentan seguir con sus vidas a pesar de la tremenda angustia que les generó la muerte de Ramiro, quien hace cinco años falleció en un "insólito" accidente de tránsito, cuando dos caballos se le cruzaron en la ruta.
Fue el peor día de su vida. Y por eso Ángel lo relata como si hubiera pasado ayer. Su esposa acota algunos detalles, pero la trágica historia siempre termina en el violento hecho ocurrido el 15 de agosto, a 64 kilómetros al norte de Roca, por la ruta provincial 6. Justo a mitad de camino entre Casa de Piedra y el acceso al Alto Valle.
En el Peugeot 205 viajaba, además de Ramiro, otros tres muchachos que se disponían a pasar unos días de vacaciones en Bariloche. Un lugar "maravilloso" que la familia Bartolomé conoce desde hace años por su "pasión" por la montaña y especialmente por el esquí.
Ángel, acostumbrado a transitar distancias largas, le había pedido a su hijo un contacto telefónico para saber por dónde estaban transitando y acompañarlo en el viaje.
Pero el último llamado, que tendría que haber sido de Neuquén, nunca llegó. Horas después uno de los padres de los chicos que circulaba en el auto los contactó y allí se desató la tragedia familiar.
"Cuando me dijeron que se habían tragado dos caballos y que había un muerto no tardé mucho en suponer que era mi hijo", comenta Ángel, quien no podía creer que los animales hayan provocado tremenda fatalidad.
Después vino el dolor interminable. La desesperación no solamente del matrimonio sino de sus dos hijas que viven en Capital.
La secuelas de impacto también provocaron lesiones de gravedad en el otro muchacho quien quedó postrado en una silla de ruedas. Los otros ocupantes, resultaron con lesiones de carácter leve.
"Tratamos de pelearla, de seguir en la lucha. Tenemos otras dos hijas pero esto no se puede superar nunca", expresó Ángel, quien recordó que Ramiro había seguido sus pasos en la profesión y ya estaba encaminado en la carrera de odontología, al igual que sus hermanas.
De no creer
Después de la tragedia, la familia Bartolomé intentó seguir con su vida. De tanto en tanto, se animan a regresar a Bariloche. A tener unos días de descanso y de paso, dejar alguna flor o una planta en el lugar donde se produjo el accidente.
"Todas se secaron. Ahora planté un eucalipto, espero que prenda", acota Ángel.
Pero en su último viaje se encontraron nuevamente con caballos en la ruta. "No lo podíamos creer, después de todo lo que pasa nadie se hace responsable de estas cosas", comenta Silvia, quien hasta se animó a tomar fotografías de los animales, como testimonio de que la tragedia camina por la ruta sin ningún tipo de problemas.
"Si a mi me exigen un seguro del auto, una revisión técnica y todos los papeles, porque a esta gente no le piden tener los alambrados en condiciones. ¿Cuántas tragedias más tienen que pasar", se preguntó Bartolomé.
LUIS LEIVA
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