Cuarenta y dos años después sigue siendo difícil hablar del tema con quienes estuvieron cerca de aquella verdadera masacre. "¿Para qué? Ha pasado tanto tiem-po, tengo familia y no tiene sentido revolver todo aque-llo", dice uno de los hombres presentes en el momento en que se desenca- denó la tragedia.
Villa Obrera era entonces un barrio de gente humilde, trabajadora. El club era un galpón con varias mesas, donde los parroquianos jugaban a las cartas o al billar o conversaban tras la jornada laboral. "Nos agarramos una gran bronca cuando algunos publicaron que esto era un garito y que lo frecuentábamos delincuentes, como publicó la revista ´Así´", dice un hombre que frecuentaba el club en aquella época.
"Se jugaba a veces por ´la vuelta´ o por los maníes, pero decir que eso era un garito o que se jugaba por plata es una mentira", sostiene.
"Rodríguez hacía poco, un mes y medio o dos que venía al club. Con nosotros siempre fue correcto en el trato y ni nos imaginábamos lo que después pasó" recuerda el hombre.