El anuncio del gobierno nacional de coparticipar el 30% de las retenciones del complejo oleaginoso a las provincias, no deja de ser uno de los perversos mecanismos que tiene la administración K para alinear políticamente a los gobernadores.
Dentro de la lógica del poder de los Kirchner, la medida se da a conocer a sólo semanas de las elecciones legislativas.
Mantener en caja al gobernador Miguel Saiz sólo le costó al Ejecutivo nacional la promesa de aportar algo más de 100 millones de pesos al año, que es lo que le correspondería a Río Negro una vez que adhiera al Fondo Federal Solidario. Y aclaramos la palabra "promesa" porque nada garantiza que esos fondos lleguen realmente a las arcas provinciales una vez que se ponga en marcha su mecanismo de distribución.
Cuando se analiza qué significa este monto dentro del presupuesto rionegrino, el valor es poco más que irrisorio. Teniendo en cuenta que para este año la administración Saiz proyecta gastos totales por encima de los 4.000 millones de pesos, los 100 millones representan algo más del 2% del presupuesto a ejecutar.
Pero esta situación cambia totalmente cuando se analizan las necesidades políticas del Ejecutivo rionegrino para poder mantener la gobernabilidad de la provincia. En este caso, los 100 millones prometidos pasan a ser la línea que divide la paz del caos.
¿Cómo se llega a esta situación en la que fondos equivalentes al 2% del presupuesto pueden cambiar la historia de una provincia? La respuesta está centrada en la enferma dependencia a la que llegaron no sólo Río Negro, sino la mayoría de las provincias del país en su relación con el gobierno central.
El precario equilibrio presupuestario que presenta la administración Saiz y la dependencia que tiene con la Nación esperando que mes a mes gire dinero adicional para el cierre de sus cuentas, impiden el desarrollo de la provincia y su viabilidad económica.
La degradación del poder político que sufre Río Negro -y muchos otros gobernadores- en manos de la Nación es preocupante.
Durante el 2008 la provincia resignó recursos coparticipables por cerca de 800 millones de pesos. Por temor, necesidades de caja o falta de convicción, nunca reclamó por ellos.
Esto también es parte del sometimiento de los K.
JAVIER LOJO
jlojo@rionegro.com.ar