PARÍS (AFP).- Emitir más moneda para dinamizar el sistema de crédito, tal y como decidió hacer el jueves el Banco de Inglaterra y considera hacerlo el Banco Central Europeo, es uno de los "últimos cartuchos" de las autoridades monetarias para relanzar la actividad a riesgo de aumentar la inflación. Al igual que hizo la Reserva Federal estadounidense (Fed) en diciembre, el Banco de Inglaterra adoptó una política monetaria llamada de "flexibilización cuantitativa", por la cual el banco central emite moneda para desbloquear el sistema crediticio.
El presidente del Banco Central Europeo (BCE), Jean-Claude Trichet, indicó que éste estudia la posibilidad de "crear dinero". "Los bancos centrales han recortado las tasas de interés al mínimo para relanzar la economía. Con la flexibilización cuantitativa, llegamos a los últimos cartuchos que pueden sacar los bancos centrales", observa Agnès Benassy-Quéré, directora del Centro de Estudios Prospectivos y de Informaciones Internacionales (CEPII).
La Fed ya redujo su tasa directriz al 0,25%, el Banco de Inglaterra al 0,50%, el Banco de Japón al 0,10%, y el BCE al 1,50%, pero no consiguieron reactivar la economía.
El principio de la "flexibilización cuantitativa" es que cuando las inyecciones previas de liquidez clásicas en los circuitos económicos no han producido el resultado deseado, el banco central "crea" dinero, que circula sólo en forma electrónica. Con ese dinero compra a los bancos comerciales activos financieros, como créditos del Estado o de las empresas.
Mediante estas operaciones, permite a los bancos recuperar liquidez. El fin último es que gracias a la liquidez, los bancos comerciales aumenten sus esfuerzos para otorgar préstamos a los hogares y las empresas. "Al hacer eso, (el banco central) reemplaza a los bancos comerciales para financiar la economía, por considerarlos demasiado reacios", explica Henri Sterdyniak, director del departamento de economía de la globalización en el Observatorio Francés de Coyunturas Económicas (OFCE).
Aunque la mayoría de los economistas considera pragmática esta estrategia, el consenso sobre su aplicación es menor, por temor a que el Banco Central Europeo introduzca distorsiones entre Estados miembros o sectores económicos, o que se produzca un riesgo inflacionista. "Es como cuando, en los viejos tiempos, los gobiernos hacían funcionar la plancha de billetes para pagar a los soldados", explica Agnès Benassy-Quéré.