NEUQUÉN (AN) - "Siempre hay una relación entre consumo de sustancias y estados anímicos", indicó Fortuna respecto de los estados de euforia y depresión que, en los adolescentes, pueden profundizar los estados de sufrimiento típicos que los encierran en un círculo difícil de detener.
"Los lleva a tendencias de estados depresivos o bajón y las compensan con estimulantes como el alcohol o la cocaína", explicó.
Remarcó que una de las características del adolescente es la alternancia de estados de ánimo. Reconocidos los efectos de algunas sustancias como el alcohol, "acuden al consumo y están eufóricos", pero profundizan la brecha entre los dos estados.
Además, no se trata solo de los casos en los que la ingesta de sustancias, legales o no, sino que deriva en una adicción.