Dentro del Congreso todo eran alegrías después de aprobar el plan de rescate de la economía. Fuera del Capitolio, sin embargo, reinaba la incertidumbre. ¿Se acabó la crisis? Ni mucho menos, advirtieron a una voz los expertos.
"Esto no es la panacea", anunció en la cadena de televisión "CNBC" el multimillonario Warren Buffett. "Pasará algún tiempo hasta que los mercados se recuperen. Esta ley no será una cura de un día para otro", corroboró en "CNN" Peter Cardillo, jefe economista de la firma de analistas Avalon Partners.
El propio presidente Bush pidió "paciencia" porque implementar la ley requerirá "cuidadosos análisis y deliberaciones". El secretario del Tesoro, Henry Paulson, prometió moverse "rápidamente", pero anunció también que lo hará "metódicamente".
Los mercados confirmaron la impresión de que, por el momento, no se resolvió nada. El crédito, que el plan de rescate quiere relajar, siguió constreñido. Pero, ¿qué falta por hacer?
Mucho, al menos "meses", según algunos expertos. Paulson no sólo tiene en sus manos un cheque de 700.000 millones de dólares, sino también unos poderes inéditos que debe empezar a ejecutar. Cumplir con la parte principal del plan, la compra de valores "tóxicos" que están lastrando los mercados, será un proceso lento y laborioso.
Primero deben ser seleccionados los expertos de Wall Street que tomarán las decisiones. Después debe iniciarse el proceso de seleccionar cuándo, a quién y a qué precio el estado comprará los valores. Una vez que esté el proceso en marcha, le tocará el turno a las corporaciones financieras. A medida que se liberen de los valores más "peligrosos", y posiblemente con ayuda de la Reserva Federal, que podría rebajar próximamente los tipos de interés, comenzarán a relajar las condiciones para conceder créditos a empresas y personas. O al menos eso espera el gobierno.
Sólo entonces será cuando el plan habrá cumplido su objetivo. Será entonces cuando, en palabras de Bush, "más negocios podrán llenar sus almacenes y cumplir con sus pagos de salarios, más familias podrán obtener préstamos para coches y casas y educación universitaria, más gobiernos estatales y locales serán capaces de financiar sus servicios básicos". Aún no está claro cómo calará ese mensaje en la ciudadanía.
Ahora, después de dos semanas de frenética presión de Bush, de los líderes republicanos y demócratas, de las cabezas visibles del sector privado y de los principales analistas económicos para que se aprobase el plan, todos vuelven a pedir más tiempo.
GONZALO ESPÁRIZ