Hacía más de media hora que Del Potro había despachado a Davydenko. Y Valeria Mazza, de impecable traje y sombrero blanco continuaba asediada por cholulos que le pedían una foto, un beso o un autógrafo. Algo cansado de esperar, su marido, Alejandro Gravier, la tomó cariñosamente del brazo y le dijo "Vamos que nos están esperando".
Dubitativa, Valeria caminó unos pasos. "Esperá, esperá, que venimos de Rosario... Y mi papá tiene 90 años", le gritó una mujer mientras el hombre corría para sacarse una foto con la rubia. "Está bien, está bien, no corra", le dijo Valeria, temerosa de que el señor pudiera caerse en un intento desesperado por una imagen con ella.
Con más o menos glamour, hubo varios famosos que pasaron una situación similar. Cuando llegaron a la platea, fueron aplaudidos y recibidos con gritos de aliento Martín Palermo, Rodrigo Palacio y Sebastián Battaglia.
Como cada serie de la Davis de local, Parque Roca se convirtió en un espectáculo. A pesar de ser en la mañana de un día laborable, los 14.000 lugares del estadio porteño estuvieron ocupados.
El público alentó con cantos acompañados por bombos. El típico "Vamos, vamos, Argentina, vamos vamos a ganar...", se escuchó una y otra vez. La gente se fue entusiasmada, con la sensación de que la final está ahí nomás. Y de hecho, más de uno gritó: "¡Que venga Nadal!". (ABA)