BUENOS AIRES (Sebastián Busader, Enviado especial).- Con autoridad y por demolición. Con jerarquía y enorme garra. Con todos los atributos que se deben poseer para hacer estallar en éxtasis a más de 14.000 almas.
Todo eso, y más, ofrendaron David Nalbandian y Juan Martín Del Potro durante una jornada que quedará marcada a fuego en muchas retinas. El cordobés sacó a relucir toda su estirpe copera y selló su triunfo con un claro 3-0 sobre Igor Andreev (7-6 (7-5), 6-2 y 6-4). Así, le allanó el camino al pibe de Tandil, que demostró su mayoría de edad en el circuito, aplastó a Nikolay Davydenko (6-1, 6-4 y 6-2) y se transformó en el personaje del día.
Ahora la serie está 2-0 y Alberto Mancini seguramente durmió tranquilo esperando el tercer punto de hoy (a las 12) ante Rusia, que finalmente jugarán Nalbandian y Guillermo Cañas.
El alarido de gozo que se escapó del gigante Del Potro fue el cierre de una jornada que movió los cimientos del Parque Roca.
Un día que por festivo no dejó de ser sorpresivo. Pocos eran tan optimistas como para soñar con una victoria holgada del "Rey David". Menos los que imaginaban que "Delpo" podía manejar como un títere al número 6 del mundo.
El muchacho debutó de local en la Davis con una actitud felina, defendió como un gladiador cada punto y conjugó potencia y precisión como el mejor de los alquimistas. Así, se metió a todo el mundo en el bolsillo.
El jueves, Andreev había dicho que no se vería buen tenis en la primera jornada, pero se equivocó. En realidad, fue él quien olvidó los mejores atributos en su país.
Es cierto que suyo fue el comando del juego en gran parte del primer set, pero Nalbandian se metió de a poco en la cancha. El moscovita leyó bien las coordenadas de entrada, hizo pegar al cordobés incómodo desde el revés y después golpeó con su derecha de granito.
El suspenso fue en incremento porque ambos defendieron su saque como el sediento ante la última gota de agua. En el cuarto game el ruso estuvo a punto de quebrar pero su majestad clavó un ace que puso las cosas en orden, y después se vio beneficiado por un fallo dudoso del brasileño Carlos Bernardes.
El reloj avanzaba, Nalbandian pulía su técnica, afirmaba su revés, gritaba los mejores tantos, el ambiente se calentaba, los bombos sacudían, Andreev se impacientaba.
El tie break encontró al ruso arriba 2-4 y se produjo el punto de inflexión: Bernardes vio buena una pelota para discutir por horas, Andreev estalló de furia y el público de júbilo. David no lo desaprovechó y como un animal hambriento fue en busca de su presa. Y la despedazó.
Andreev jamás volvió al juego, pero lo que sí volvió fue aquel Nalbandian que paseó su talento inagotable por los Masters Series de París y Madrid, ese que en materia copera tiene un posgrado (de local su record es 16-0) y que por algo es 7 del planeta.
Si el primer set duró 1 horas 3 minutos, el segundo se agotó en apenas 38 minutos. Paciente como el mejor de los sabios, el cordobés jugó profundo y con mucha precisión, maniató la derecha del ruso y pegó con ángulos dignos de un 10 en geometría. Entonces, su viajes a la red fueron frecuentes y exitosos.
David juega en Parque Roca como en la patio de su casa, maneja las pulsaciones del estadio con total naturalidad y entiende de pegar y noquear: en el segundo parcial tuvo dos opciones de quiebre y no las desaprovechó.
El ruso probó con calmarse en el tercer set para ir en busca del milagro. Endureció su saque y se olvidó de las "gastadas" que caían de las tribunas. Fue palo y palo hasta el décimo game, que quebró el cordobés. 2 horas y 26 minutos terminaron en un grito de desahogo. Finalmente el "Rey" estaba de vuelta.
Lo que vino después no resiste a ninguna lógica. Sólo la del coraje y el talento. David llenó de tranquilidad el Parque Roca y Del Potro se encargó de descargar adrenalina pura sobre una cancha que ganó en rapidez. El tandilense provocó un estallido atrás del otro y su fiereza para defender terminó sacando de las casillas a un Davydenko al que apodan el "Androide", un tipo que hasta ayer parecía programado para no sentir.
Pocas veces se lo vio al ruso acosado de esta forma, sujeto a las decisiones de un muchacho con porte de jugador de básquet. "Delpo" le pegó a cada pelota con alma y vida y metió casi todo lo que se propuso. Peleó con guapeza cada pelota y provocó en el ruso nada menos que 60 errores (26 forzados y 34 no forzados). En el primer set quebró rápido (en el cuarto game), y lo definió a puro misil, en apenas 36 minutos.
"La verdad es que a mí Juan Martín me sorprendió en el segundo. Su frialdad es increíble, está para grandes cosas", dice el periodista Gonzalo Bonadeo con el resultado puesto. Es que "Delpo" estuvo 4-1 arriba y parecía partido liquidado, pero el ruso se recuperó y los nervios se hicieron carne cuando el partido llegó a estar 5-4: Davydenko tuvo break point, el criollo se recuperó y recién en el sexto set point lo cerró.
El tercer parcial sólo sirvió para que la figura del tandilense se agigante más y para demostrar que Davydenko es humano. Ya con el astro rey (el sol) en escena, y después de otras 2 horas 26, el resultado fue idéntico. Y el Parque Roca se puso de rodillas ante el nuevo "Príncipe".