MOSCÚ (DPA).- Cuando se cumplen dos semanas del inicio del violento conflicto en el sur del Cáucaso, las consecuencias geopolíticas de la guerra de Georgia se dejan ver cada vez con mayor claridad.
Por tiempo indeterminado, Rusia mantendrá puestos de control en pleno territorio de un país que, con apoyo de Estados Unidos, aspiraba con más fuerza que nunca a entrar en la OTAN.
Después de casi dos décadas en los que Moscú padeció como una humillación varias decisiones de Occidente, el Kremlin acudió por primera vez a la violencia para imponer sus intereses.
La defensa de los ciudadanos rusos en Osetia del Sur por medio de una actuación bélica, sin embargo, podría tener un precio alto para Rusia.
No sólo los socios occidentales de Moscú, como Alemania o Italia, se distanciaron del país debido a la ofensiva en Georgia: también reaccionaron con cautela los aliados de ex repúblicas soviéticas como Kazajistán, Tayikistán o Armenia.
La idea rusa de una tropa de asalto conjunta para conflictos regionales en ámbito pos-soviético es por lo pronto un tema acabado, escribió hoy el diario "Nesavissimaya Gaseta".
Sólo el presidente sirio, Bashar al Assad, y el autoritario presidente bielorruso, Alexander Lukashenko, elogiaron abiertamente al jefe del Kremlin, Dmitri Medvedev, por su actuación en el sur del Cáucaso. El voto de confianza de Occidente en Medvedev, por el contrario, parece agotado. Los últimos acontecimientos confirman las perspectivas más pesimistas de expertos que venían advirtiendo desde hace tiempo que el Kremlin pondría a prueba a la OTAN y la Unión Europea.
Con el apoyo de Estados Unidos, sobre todo los países miembros del este venían haciendo sonar las alarmas ante una posible actuación militar rusa en un país vecino.
Así, el acuerdo entre Washington y Varsovia para el despliegue del sistema de defensa antimisiles estadounidense en territorio polaco se concretó con sorprendente rapidez tras la guerra en Georgia. Rusia tiene desde hace tiempo una respuesta preparada en caso de que, tras el cambio presidencial en la Casa Blanca, Washington cumpla su plan de estacionar misiles en Rusia. Bielorrusia ya ha ofrecido en varias ocasiones su territorio para acoger misiles rusos de corto alcance junto a la nueva frontera oriental de la OTAN.