Reposo
Desde arriba, podría
parecer que
la cama es demasiado grande
para ella, aunque su cuerpo se acomoda
al espacio, ocupándolo con alguna gracia.
La espalda mira al techo y, bajo el cuerpo,
desde niña la misma
posición de sueño:
una mano protege el
descanso
de los senos, la otra,
el desaliñado triángulo
de la genitalidad. Un caso de texto
para cualquier psicólogo, pero ella
sabe, en la epifánica
lucidez
del sueño, que debe
cubrirse
y también, que no bastará.
Zoo BA
Los animales miraban
con asombro los rodeos
de nuestro cortejo: yo, torpe
con el cuerpo, acudía a
las palabras por si una vez pudieran
salvarme; vos, displicente y lejana,
Ggnabas cada batalla, con el decoro
de no mostrar triunfalismo
o entusiasmo alguno.