"Hace más de 13 años conocí a Ernesto Sábato en una calle de Buenos Aires. Yo lo creía más inaccesible de lo que era y juzgué que no podía acercarme sin un pretexto válido. El estaba rodeado por un grupo de personas. Mientras yo, con mano temblorosa, le dedicaba una firma en la anteportada de mi primer libro de poemas, el me señalaba ante sus interlocutores como ejemplo de la popularidad que gozaba entre los adolescentes.
-¿No ven?, ¿no ven? -decía-. Y después no puedo contestarles.
"Días después, en su segundo encuentro, fui en la mano con una revista literaria que editaban unos muchachos amigos. Me mostré interesado en hacerle una nota. Poco después, comenzó su gran depresión psíquica, que duró entre los años 1968 y 1975, coincidente con un injusto olvido en el que lo sumió la crítica literaria más caricaturizadora y parricida.
"Recuerdo la mañana siguiente al suicidio de Arguedas, haber pasado por su casa a fin de completar algunos datos para mi ensayo "Sábato y el misterio de los ciegos". Mientras yo, tan inoportuno, comencé a hacerle preguntas sobre su vida y su obra, él se sentó en un diván y comenzó a arañarse la cara horrorizado por lo del escritor peruano. Parecía decir que también él correría la misma suerte. Traté de tranquilizarlo. Fue imposible. Cuando transpuse la puerta de su biblioteca tenía la frente manchada de sangre. No se dio cuenta que yo me retiraba.
"Poco después, durante los horrores de la Guerra Civil, esa frente sería la más despejada en dialogar con jóvenes solitarios que atribuían a la violencia una dignidad creadora.
"Después de tantos años nuestro escritor había adquirido la huella de todos sus sentimientos y pasiones, desencantos y presentimientos. Enmarcado en sus surcos a veces mira el mundo como un condenado, otras veces con la liberada cándida sonrisa del filósofo.
"Bien merece un retrato"
(Tramo del trabajo de Peter Wainerman -catedrático de la Universidad Nacional Autónoma de México-, que bajo el título "Retrato de Sábato" integra "Épica dadora de eternidad. Sábato en crítica americana y europea", selección hecha por A. M Vázquez Bigi; Edt. Sudamericana - Planeta, 1985, pág. 47)