Se sabe que un día de comienzos de los '50, Albert Camus leyó la novela. La leyó en un castellano aprendido a estocadas. Y la historia dice que a Camus, el hombre de las sentencias nobles -"amo demasiado a mi país como para ser nacionalista", ese Camus que a juzgar de Fernando Savater "no padeció la cobardía física que suele empujar a los intelectuales al elogio de la violencia"-, la novela lo atrapó. Entonces llamó a su amigo Gallimard, todopoderoso editor en la Francia de posguerra, y le aconsejó traducir y publicar la novela de "este tal Ernesto Sábato".
- Admiro su dureza e intensidad- escribió Camus.
Y "El túnel" comenzó a recorrer Europa de la mano del francés primero y de otros 9 idiomas después.
Por estos días "El túnel" cumple 60 años. Y Ernesto Sábato, acorralado por la ceguera y "mis amigos de siempre, los fantasmas", marcha hacia los 96 rodeado de abedules y coníferas en su oscura casa de Santos Lugares.
-Escribí "El túnel" para lo único que vale la pena escribir una novela: indagar la condición humana en un punto dado de su recorrido por la vida...
Novela de largos y agitados desgarros personales. Una prosa limpia, rápida, para describir el agitado mundo interior que domina fundamentalmente al personaje excluyente en la trama: Juan Pablo Castel "...en todo caso, había un solo túnel, oscuro y solitario: el mío".
Personaje tortuoso, complicado. Intenso a la hora de amar, también al tiempo de matar.
Un Juan Pablo Castel que se le "escapó" a Sábato.
"Al reflexionar sobre "El túnel" -escribe al americano Edward Snyder-, Sábato revela haberlo escrito empujado por sentimientos confusos e impulsiones inconscientes, sin poder dominar el destino que para sus personajes había trazado en un principio. Su idea inicial, la del relato de un pintor que se vuelve loco porque no puede comunicarse con nadie -ni siquiera con la mujer que parecía haberlo comprendido por medio de su pintura-, se aleja poco a poco de esta preocupación metafísica para "descender" a los problemas del sexo, los celos y el crimen. Tal desvío no llegaba a agradar a Sábato, que veía salir de sus manos algo diferente de su proyecto originario".
Y Sábato explicará la dialéctica que fue definiendo ese desvío, ese "escaparse" de la novela. "Más tarde comprendí, una vez publicada, la raíz del fenómeno: los seres humanos no pueden representar nunca las angustias metafísicas en el estado de puras ideas, sino que lo hacen encarnándolas, oscureciéndolas con sus sentimientos y pasiones. Los seres carnales son esencialmente misteriosos y se mueven a impulsos imprevisibles, aun para el mismo escritor que sirve de intermediario entre ese singular mundo irreal pero verdadero de la ficción y el lector que sigue el drama. Las ideas metafísicas se convierten así en problemas psicológicos, la soledad metafísica se transforma en el aislamiento de un hombre concreto en una ciudad bien determinada, la desesperación metafísica se transforma en celos, y la novela o relato si estaba destinado a ilustrar aquel problema termina siendo el relato de una pasión y de un crimen".
Cuando Thomas Mann leyó "El túnel" se asombró de todas las carencias y déficits que tiene la personalidad de Juan Pablo Castel. "Impresionante", escribió en su diario.
Carencias y déficits que seducen por el ritmo vertiginoso con que se denuncian renglón a renglón. Y que en alguna medida llevan a que "El túnel" sea una novela de "corrido único", como suele definir Mario Vargas Llosa a los libros que "atrapan y aíslan tanto como para leerlos de un tirón".
-¿Qué atrapa de Juan Pablo Castel?- se preguntó Enrique Pichón Rivière a poco de conocerse "El túnel". Y se respondió:
-Atrapa por algo simple: nos confiesa que en él hay siempre algo de todos nosotros, algo que sobrellevamos con desigual manifestación...
"Castel es tímido -señala Graciela Maturo en "El túnel como acceso a la vida nueva"-, detesta los grupos, huye del mundo real, siente repugnancia por los seres gregarios. Su situación dentro del contexto social e intelectual es la de un hombre perseguido, con temor al ridículo. Nos confiesa su falta de integración y sobre todo su necesidad de explicarlos todo. Sábato nos está retratando al intelectual típicamente divorciado del mundo y de la vida a través de la distanciación crítica y analítica. Conjeturas, preguntas, dudas, razonamientos sin fin, acosan a Castel. Es el hombre en crisis: el intelectual que hace de toda realidad un problema, pero a la vez creador que ya ha iniciado su proceso de integración mismo y con el mundo".
En otros términos, Castel es el Ernesto Sábato que a los 37 años publicó "El túnel", sin duda la novela más autobiográfica escrita en la Argentina.
CARLOS TORRENGO
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