CIPOLLETTI (AC).- Fiscalía y querella coincidieron en pedir la pena de prisión perpetua para Juan Carlos y Juan Manuel Aguirre, los dos imputados en el homicidio de la bioquímica cipoleña Ana Zerdán. Le solicitaron al Tribunal que evalúe los indicios en forma conjunta y no aislada porque de esa forma "no hay manera de desincriminarlos".
"No salgo de mi estupor por la forma en que han tratado de encadenar los indicios", dijo luego el defensor, Jorge Larrea.
Solicitó la absolución de ambos por el beneficio de la duda y lanzó una contraofensiva a los golpes que la acusación le dio a lo largo del debate a los testigos que avalaban las coartadas de Aguirre padre e hijo.
Requirió que se envíen copias a la fiscalía de las declaraciones de nueve personas para que se las investigue por presunto falso testimonio.
La audiencia de alegatos fue interminable. Comenzó el miércoles por la mañana con los últimos detalles de incorporación de prueba por lectura y terminó casi doce horas después, con algunos cuartos intermedios. El primero en alegar fue el querellante Oscar Pandolfi, uno de los representantes de las hermanas de la víctima. Habló casi tres horas, sin los límites de tiempo que había anunciado el Tribunal. En su introducción planteó sus dudas respecto de la imparcialidad de la Cámara, resaltó las amistades policiales del "comisario Aguirre" como lo denominó algún testigo al ex concubino de Zerdán, describió "el fracaso de Criminalística de Cipolletti" en la pericias realizadas en éste y otros casos, y detalló "las sucesivas cortinas de humo; las pistas falsas" que fueron surgiendo y que "no aportaron nada a la investigación".
"En cambio, una hipótesis inicial fue la que se fue confirmando: 'la mató el marido', como le dijeron a Schoua el mismo 18", remarcó. Claudio Schoua fue el médico policial que estuvo en las primeras diligencias tras el hallazgo el 18 de setiembre de 1999. Tras esta introducción, Pandolfi empezó a analizar la prueba, que luego, de manera prolija, fue nutriendo el fiscal de Cámara Ricardo Maggi en contra de los dos imputados.
"Una red"
Maggi fue más allá en el análisis de los vínculos policiales porque reveló sus sospecha respecto de que hubo "una red de encubrimiento".
En cuanto al crimen, su hipótesis es que el 17 de setiembre de 1999, los dos acusados ingresaron al laboratorio de Zerdán después de las 20 ó 20.30.
"Si bien esto no ocurrió por obrar premeditado hacia el homicidio, seguramente fue suficiente la oposición de la víctima a pretenciones que Juan Manuel y Juan Carlos Aguirre solicitaban de ella como se comprobó a la largo de toda la causa", señaló. Cree que el móvil del homicidio fue el económico.
"Utilizaron alguna llave y en la circunstancia en que Ana Zerdán se encontraba en el baño, empezaron la agresión física. No es posible establecer roles y tampoco es necesario (...) Comenzaron las agresiones físicas hasta el final y por supuesto de la peor manera, con alevosía. Se le da muerte cuando estaba absolutamente indefensa, atada, de espaldas, inclusive se le tapó la cara y no tuvo ni siquiera posibilidad de esquivar los golpes. Esto es actuar absolutamente sobre seguro", describió.
"Después de provocar este homicidio -agregó Maggi- limpiaron la escena del crimen. Esto está vinculado a la realización por parte de allegados, no de extraños".
Pidió que los dos imputados sean condenados como coautores del delito de "homicidio calificado por alevosía", el mismo delito por el que llegaron a juicio.
La querella sumó la "codicia" como agravante.
De todas maneras, la pena es la misma: prisión perpetua. La sentencia se leerá el 13 a las 17.