SAN EDUARDO (ACHM).- "Sentimos una fuerte explosión y el fuego y el carbón se veía por todo el faldeo del cerro".
Ramón Acuña tenía 6 años cuando ocurrió la explosión. Allí trabajaba su papá Domingo.
San Eduardo implica recordar al pueblo minero y a quienes perecieron en la trágica explosión de 1951, mientras que otros vuelven cada año al lugar que los vio nacer y los cobijo de niños.
Juan "Mascota" Pereyra tenía 13 años y venía de la escuela de Curacó a unas 2 kilómetros de San Eduardo cuando escucho la explosión "fueron tres, cerca de las nueva la primera y luego le siguieron dos más". Su destino luego de que desmantelaran y cerraran el campamento fue Río Turbio donde trabajó 31 años.
David Oliva nació en San Eduardo el 16 de agosto de 1944, dado que su madre Trinidad Oliva se dedicaba allí a los quehaceres domésticos.
"Sólo quise volver a este lugar porque mi madre siempre me habló, dado que nos fuimos cuando aún no tenía el año", pero dijo valorar el sacrificio y la decisión de su madre de elegir esta tierra como su hogar.
En el recuerdo de sus antiguos pobladores San Eduardo es sinónimo de "prosperidad", aunque la tragedia los desbastó con la explosión de la veta principal del yacimiento en 1951 y el desmantelamiento y cierre del campamento en 1960.
Juan Agustín González llegó en 1943 a San Eduardo: "Picábamos el carbón a pico y pala, este lugar era "muy bonito".