Si se la ve sentadas en la zona del canalito de Roca parecen angelicales. Sonríen algo tímidas. Y acceden rápidamente a hablar de algo que parece no generarles demasiada preocupación. Tienen entre 15 y 17 años y desde hace varios que vienen recorriendo la noche, ya sea en casa de amigos o bien en los boliches.
"El tema es así", explica A.Q. Y comienza el relato de las horas previas al ingreso a un local nocturno. "Primero nos reunimos en alguna casa y tomamos algo, y después cuando llegamos al boliche nos pedimos un vodka. Es lo más barato, por 2 pesos te dan un trago más grande que un pocillo de café (en algunas discos te lo dan lleno)", dice esta jovencita, quien con sus 16 años parece haber recorrido un largo camino a la hora de lograr experiencias al acercarse a una barra. ¿Y por qué esta onda con el alcohol? "Bueno.. te soltás", asegura M.C. quien no duda en sostener que es la solución para perder la timidez, estar más alegre y más suelta a la hora de saludar a un desconocido o de entrar a la pista de baile a pesar de que está totalmente vacía. "Te cambia. Te sentís mejor y es mucho más divertido que no tomar nada", asegura otra de las chicas.
De las seis jóvenes entrevistadas, al menos dos reconocieron haber tenido "la primera borrachera" entre los 12 y los 15 años. "A todas nos pasó lo mismo", dicen como queriendo radiografiar la tendencia de su generación. Y cada una de ellas dio una lista completa de cómo preparar el trago que "pegue" más para estar "contenta", y que demande el menor gasto posible. S.S. está pagando las consecuencias de la primera gran borrachera que fue descubierta hace una semana por sus padres (que están divorciados). "Por dos meses no puedo salir. Tengo todo prohibido. "Me mató la mezcla", y terminé tomando un energizante en la barra. Después no me acuerdo de nada porque la mamá de una amiga me llevó a casa".
De las chicas que pasaron por esta experiencia, la mayoría señala que de las borracheras los padres casi ni se enteraron. "Una vez mi papá me llevó en el auto a casa y no se dio cuenta. Terminé vomitando en el tacho de basura de mi habitación mientras una amiga hacía ruidos para que no me escucharan de la otra habitación", asegura otra de las adolescentes. "Ahora, todo bien". Choque los cinco, entonces.