La sociedad neuquina confirmó en las elecciones de ayer el cambio de rumbo que ya había esbozado en los comicios previos del 2 de junio. El gobernador y candidato presidencial neuquino, Jorge Sobisch experimentó una contundente derrota en su propia provincia a manos de Cristina Fernández de Kirchner. En todo Neuquén, la aspirante del Frente para la Victoria dobló en sufragios a su par del Movimiento de las Provincias Unidas (MPU). No se descartaba, anoche que el gobernador quedará inclusive en el tercer puesto, debajo de Elisa Carrió
Sobisch no sólo cayó derrotado frente a sus adversarios de otras fuerzas políticas, lo hizo también frente a los candidatos de su propio partido: aunque perdieron, Lores- Reyna y Comelli-Aguilar, los aspirantes del MPN al Congreso, cosecharon varios puntos más de los que obtuvo el postulante presidencial del MPU en su provincia.
No fueron los únicos sinsabores que experimentó ayer Sobisch. Si el revés local clausura una etapa en la provincia, el papelón nacional que lo ubicó quinto entre los aspirantes a la Casa Rosada -hasta anoche no se sabía con precisión-, le pone una lápida a sus aspiraciones, no ya de calentar el sillón de Rivadavia, sino inclusive de acceder a un lugar entre los segundones de la política nacional.
La derrota que experimentó ayer el gobernador es más patética aún si se tiene en cuenta la fortuna que derrochó, durante tres largos años, para alimentar su vana postulación. Para eso, desatendió largamente sus responsabilidades en el gobierno local, contribuyendo al cuadro actual de anomia institucional y administrativa.
La sociedad neuquina rechazó ayer este y otros razgos insensatos, como el sesgo autoritario, la discrecionalidad y el derroche en el manejo de lo público, la subordinación de cualquier decisión al interés de una sola persona. También -y convendría que lo tengan presente los futuros gobernantes- la gente le dijo que no a un estilo de gobernar que no ha vacilado en avanzar sobre la Justicia, la prensa, la oposición, los gremios e, inclusive, el propio partido.
Esta verdadera vuelta de página implica, entre otras cosas que Sobisch, cuyo mandato culmina a los tropezones en menos de dos meses, ya no podrá aspirar a erigirse en árbitro, ni mucho menos a constituirse en un poder detrás del trono durante el próximo período. Eso, entre otras consecuencias que aún no pueden ser vistas porque la derrota es todavía demasiado fresca.
El otro aspecto saliente de la elección de ayer fue la puja por la intendencia de la principal ciudad de la provincia. Hasta el cierre de esta edición no se sabía con certeza cuál era el ganador: Farizano o Brillo.
Farizano empezó tarde a competir con Brillo, quien ya estaba instalado para las pasadas elecciones del 3 de junio.
El aspirante del FpV, construyó tardíamente la alianza que lo sustentó, entre otras cosas, porque el intendente Horacio Quiroga se preocupó más por su propia candidatura a gobernador que por asegurar la continuidad de la oposición en la comuna. Por otro lado, la paridad no hace sino realzar la desconfianza de la sociedad hacia el candidato del MPN, visualizado por la oposición como más próximo al actual gobernador que a su sucesor, Jorge Sapag.
HÉCTOR MAURIÑO
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