El calentamiento de la economía - ¡es el consumo, estúpido!, interpreta Néstor Kirchner, remedando al otrora mandatario norteamericano Bill Clinton - y el acierto de extrapolar al conciliador Daniel Scioli a la provincia de Buenos Aires, son las dos hojas de la tijera con las que el oficialismo cortó prácticamente en dos a la sociedad y ganó ayer en primera vuelta.
Con síntomas de rechazo en varios de los principales centros urbanos - en Capital Federal, La Plata, Rosario y Córdoba, por caso -, la senadora Cristina Fernández, esposa del actual primer mandatario, tuvo un triunfo contundente, empañado por una gran desorganización.
Es que sigue pendiente la reforma política: llovieron las denuncias de faltantes de boletas y prepotencia de jóvenes K, pero sin llegar al tan temido fraude electoral que agitaron algunos opositores.
A simple vista, entonces, como un equipo exitoso con el mismo DT, habrá continuidad en las políticas esenciales inauguradas el 25 de mayo de 2003. Aunque se espera que impelida por sus socios radicales - los K que ahora se proponen desbancar al titular alfonsinista de la UCR, Gerardo Morales -, Cristina hará cambios y adecuaciones en pos de una mejor transparencia, seguridad e institucionalidad, materias al tope de los reclamos de quienes no la votaron.
Sin alcanzar el pregonado objetivo de forzar el ballottage, "Lilita" Carrió estaba más que satisfecha con la "excelente" cosecha del domingo y alentó a los miembros de su Coalición Cívica a seguir luchando para constituir una alternativa al poder central, que constitucionalmente deberá esperar hasta 2011.
En la misma dirección, por otro andarivel, marcha el jefe de gobierno electo de Buenos Aires, Mauricio Macri. No obstante, ayer ni los números ni su candidato presidencial, el menguado Ricardo López Murphy, le obsequiaron sonrisa alguna. Por el contrario, los candidatos a senadores del macrismo porteño quedaron relegados sin premio a un paupérrimo tercer lugar, luego de la histórica pulseada de hace cuatro meses, cuando el titular de Boca juntó a manos llenas en el distrito, al sumar más del 60 por ciento de adhesión.
Bajarle, empero, el pulgar a Mauricio, es prematuro. Tiene por delante cuatro años de gestión en la "vidriera" del país, y cultiva una buena relación subterránea con popes del peronismo, hoy desplazados por Kirchner.
El pingüino anticipó que espera reorganizar al PJ y asumir su jefatura en marzo de 2008. Tendrá que vencer, entre otros, la resistencia de figuras como Eduardo Duhalde, José Manuel De la Sota, Carlos Menem, Juan Carlos Romero y los hermanos Rodríguez Saá.
Anoche, Cristina marcó el contraste entre el panorama de mayo de 2003 y lo alcanzado a lo largo de cuatro años y medio, con un crecimiento de casi el 50 por ciento.
A diferencia de su marido - refractario al diálogo e intolerante desde el atril -, ensayó un llamado "con humildad aún a los que nos agraviaron en esta campaña", para debatir y colaborar en la "reconstrucción del tejido social".
Es que el viento de cola en la economía debería servir para eliminar la inequidad y facilitar la convivencia armónica entre los argentinos. Y para ello, Cristina cree necesario bajar un poco la velocidad del tren bala que, a veces - con errores e imprudencia-, manejaba el maquinista Néstor.
ARNALDO PAGANETTI