NEUQUEN (AN).- El policía asesinado ayer había ingresado hace 21 años a la policía y dentro de pocos días tenía previsto tomarse una licencia que le adeudaban. Era padre de dos hijos.
Desde que lo destinaron al sector de investigaciones, Gabriel Jara (42 años) siempre manejaba el mismo Volkswagen Polo en el que iba ayer. Sus camaradas lo describieron como un buen compañero, y el jefe Rolando Figueroa dijo que tenía una foja de servicios intachable.
Integraba un departamento de reciente creación destinado a detectar evadidos de unidades penitenciarias. "Se la pasan mirando fotos de fugados de todo el país, y recorren las calles para detectarlos", explicó una fuente consultada ayer.
En una conferencia de prensa, el ministro Jorge Lara explicó que Jara recibió cuatro balazos. Uno en la frente del lado izquierdo, otro cerca de la oreja derecha, el tercero en el pecho un poco más arriba del corazón y el último en el muslo izquierdo.
La autopsia determinará las características de los proyectiles. Los investigadores secuestraron dos armas: una pistola 9 milímetros que había sido robada tiempo atrás a un policía neuquino, y un revólver calibre 38.