BAJADA DEL AGRIO.- El otoño se instaló para quedarse y dejó su marca en este pueblo donde el Estado ocupa un espacio central en la vida cotidiana. Las tonalidades ocres visten una jornada tan luminosa como helada, típica para esta época del año.
A simple vista parece una ciudad fantasma. Apenas un par de personas caminan sus calles de tierra abrigados de pies a cabeza mientras una reducida cuadrilla de municipales trabaja en la coqueta plaza del pueblo.
"Hoy es día de cobro y como no tenemos cajero se fueron todos a Las Lajas y Zapala", explica uno de los pocos que se quedó mientras se calienta las manos en la estufa a leña.
No es la única necesidad insatisfecha en esta comunidad donde el casi único empleador es el Estado. El sueño del gas natural debe esperar porque la conexión domiciliaria cuesta 1.800 pesos. Mientras, como una paradoja se alza imponente la planta de Hidenesa.
"Es una vergüenza, casi ninguna familia tiene el dinero para conectarse", cuenta un vecino. Las denuncias contra el intendente ocupan el centro de la escena en cada charla. "Se dicen muchas cosas pero en concreto no sabemos qué pasa porque salvo Sepúlveda, que se animó a hablar, el resto tiene miedo", resumió otro poblador. (AN/AZ)