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Domingo 22 de Abril de 2007
 
Edicion impresa pag. 42 y 43 > Cultura y Espectaculos
Apuntes entre los libros
En el enorme predio que ocupa ahora la Feria Internacional del Libro es posible toparse con el filósofo español Fernando Savater, con el músico Fito Páez firmando autógrafos o con el escritor argentino Tomás Eloy Martínez, todos juntos por las letras. Un mundo imperdible.
Los pasillos, vacíos, antes de la inauguración. Tras la inauguración, la gente se detuvo en los stands a ver novedades y ofertas.
Los pasillos, vacíos, antes de la inauguración. Tras la inauguración, la gente se detuvo en los stands a ver novedades y ofertas.
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El vasco Fernando Savater tiene un único reclamo que hacer. "Por lo demás, bueno, cada año la hacéis mejor", dice. "Pero me gustaba mucho más el lugar en que la plantaban antes... No sé... estaba cerca de unas parrillas con esos asados, esos chorizos, bondiolas y toda esa parafernalia de cosas que vosotros tiráis a los leños, que me llenan de nostalgia- dice el filósofo recordando los tiempos en que la Feria se hacía en un predio de Figueroa Alcorta y Pueyrredón.

Largo. Flaco. Simpático. Chorreando agua de tanta lluvia, "Fito" Páez está rodeado de adolescentes. Firma todo papel que le entregan, incluso un envoltorio dorado de la tradicional Rodhesia. Mira en todas las direcciones.

-¡Mierda que está lindo esto!... ¡Todavía hacemos algunas cosas muy bien!- sentencia Fito sin poder moverse de tanto pibe encima.

-¡"Fito" vos sí que sos un cacho de cultura!- le grita un joven también pasado por agua.

En la puerta de la Sala María Esther de Miguel, el escritor mexicano Carlos Monsiváis es esperado por el periodista Carlos Ulanovsky. Monsiváis camina despacio.

Observa cada stand, cada pasillo, todo detalle.

"Me crié en un México en el que siempre se hablaba de la Argentina, de la cultura argentina... ¡Esto es impresionante!- reflexiona mientras mira un inmenso retrato de Jorge Luis Borges.

Ese Borges del cual el ya muy veterano, muy comunista y muy talentoso chileno Volodia Teitelboim dirá en magnífica biografía: "No será un paradigma ético, pero es un paradigma estético".

"¡Qué elegante es!... ¿Qué edad tiene?- pregunta una señora cruzada por 60 y pico años de existencia.

-Y... debe tener más de 70- responde la amiga, mientras Tomás Eloy Martínez avanza sonriendo y estrechando manos.

Sí, tiene 72 años y una decisión que ya comenzó a plasmar: volver a vivir en la Argentina luego de años de docencia en los Estados Unidos. Cuentan que se integrará a "La Nación", del cual hoy es columnista. Piruetas de la historia: en un diciembre de un año tan lejano que se torna bíblico, de "La Nación" lo echaron por su progresismo ideológico.

El periodista recuerda aquella tarde del '85 que en un departamento de la calle Venezuela grabó seis horas de conversación con el autor de "La novela de Perón". Y el remate de esa noche en un tugurio de la calle Chile con aspiración de restaurante. Y

la confesión del escritor, confesión que mantiene: "Desde la literatura, me interesa la zona enferma de la política... Esos claros y oscuros plagados de conspiración, cinismo... Patologías de diversa textura. Todo eso que a la literatura le permite andar entre verdades y mentiras... ¡Ese es un terreno apasionante!"

El periodista ha guardado celosamente aquellos casetes y apuntes. Incluso hizo copias, por las dudas. Porque, como decía el "Gordo" Soriano: "Entre divorcios que dividen bibliotecas y traslados en los que siempre se pierde una caja con libros, se te puede piantar una parte de tu vida...".

Ahora, con más años y formidable aplomo intelectual, Tomás Eloy Martínez es una de las figuras excluyentes de la Feria. Un espacio que desgrana placer. Ya por la calidad de su organización, ya como referencia cultural que implica. Y siempre en clave con la gente, a la que atrapa transversalmente en cuanto a la conformación social de los argentinos.

En uno de los pasillos, una señora mira una de las inmensas fotos que Eduardo Langoni de "Clarín" obtuvo tiempo atrás en Malvinas.

Una de las fotografías muestra una cacerola junto a vainas de ametralladora. Si la memoria no traiciona, también hay un borceguí.

Los ojos de la mujer están muy aguados.

"Vamos"- le dice con calidez el marido y la toma de los hombros.

La mujer gira y se topa con la mirada del periodista, que siente cierto escozor por no haber sido más discreto.

La mujer devuelve la mirada. Levanta las cejas: "Un sobrino... En Malvinas... murió un sobrino mío...¡Era un chico...tenía 18 años!- dice y se aleja.

Momentos de la Feria.

CARLOS TORRENGO

ctorrengo15@yahoo.com

 
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