El cambio cultural fue grande.

Pequeñeces como el horario de la cena -que allá no pasa de las 19- pueden hacer que uno llegue en mal momento.

Y no sólo eso. En Montreal es de rigor sacarse los zapatos al entrar a una casa. Porque en invierno hay mucha nieve, y para evitar resbalones se le arroja sal, por lo que entrar con los zapatos puede rayar todo el piso en un momento.

Hacer amigos no es tan fácil cuando uno es adulto. Pero nunca se sintieron discriminados.

Lo verdaderamente extraño para Aníbal fue ingresar a la Universidad McGill. "Fue todo un shock: En La Plata me la pasé con paros y perdí meses de cursada. Me acuerdo como si fuese ayer: fui al curso de Física y me dice el profesor que no iba a dar clases porque estaban de paro. Le pregunté cuándo pensaban volver a clases y me dijo que no sabía. Yo le dije que venía de Cipolletti y estaba alquilando departamento en La Plata sólo para estudiar, y que si él me podía dar una idea yo me volvía a Cipolletti hasta que ellos volvieran, para gastar menos plata en comida y transporte. No hubo caso. El profesor Gallardo me dijo que no le interesaba y que volviera al otro día. Y así me tuvo un par de meses... En McGill la cosa es distinta. Hay paros acá, pero es muy raro que los haya en las instituciones académicas, y cuando los hay son más bien cortos, no más de un par de días".

"Lo otro que me llamó la atención fue la cantidad de computadoras que había en McGill. En La Plata yo no había visto ninguna y ya estaba cursando mi segundo año. En McGill, desde el primer semestre estaba en contacto con computadoras".