El trayecto hasta Las Piedras Coloradas y sobre todo los siguientes kilómetros hacia el sur son un verdadero dolor de cabeza.
Hace tiempo que no se ve una máquina en el lugar emparejando los serruchos y la arena suelta dificulta el tránsito. Y también los automovilistas, en muchos casos, parecen tener un gran apuro para llegar a descansar y transitan por el ripio como si fuera asfalto.