LAS GRUTAS (ASA)- Las Piedras Coloradas atraen a los turistas con esa especial carga de energía que derraman en sus alredores y por el entorno natural en el que hace millones de años afloraron desde las entrañas de la tierra. Rincón de la costa en el que antiguamente los pulperos y pescadores hacían escala en sus jornadas de trabajo, con el paso de los años empezó a ser un punto atractivo para pasar las tardes de calor y disfrutar en familia de las cálidas aguas, lejos de los ruidos urbanos de Las Grutas.

Hace un par de décadas era el objetivo final de las caminatas de los jóvenes enamorados que emprendían su lenta travesía, demorada siempre por los arrumacos y las caricias a los que tientan la soledad y el paisaje. También de los matrimonios mayores que temprano en las mañanas o antes de caer el sol miraban hacia el sur y se largaban a la búsqueda del médano blanco sobre el que reflejan las rocas rojizas.

Punto de encuentro de buzos marisqueros y aventureros naturalistas que disfrutan del silencio y del viento, de la arena limpia, el cielo y el mar, sin interferencias. Las Piedras Coloradas empezaron a consolidarse como espacio de atracción para cada vez más veraneantes cuando las excursiones las incluyeron en su paso hacia El Sótano o el Fuerte Argentino, cuando se difundió la historia de que su conformación geológica les provee de una particular energía y cuando la multitud fue tanta en el balneario que hicieron falta otras playas hermosas que permitan a quienes desean mayor tranquilidad, refugiarse del alboroto.

Cuando hace una década un parador empezó a funcionar incipientemente para darle servicios a quienes buscaban esta pequeña ensenada como lugar para pasar la tarde, la gente comenzó a llegar cada día en mayor número y Las Piedras Coloradas pasaron a ser un sitio emblemático de la belleza natural y la calma que se promociona cuando se vende Las Grutas en los distintos centros emisores de turistas.

Ubicadas a cinco kilómetros de la villa por el camino de tierra que se abre en el caserío de los pulperos y algo menos si se llega por la costa, el lugar convoca cada verano a más visitantes que se quedan maravillados con la oferta de paz y descanso que propone este punto costero ubicado al sur de Las Grutas.

El parador inicial se transformó en un agradable snack y se sumaron un kiosco bien surtido, varias sombrillas en la arena, sombra para los autos y otros servicios que cada año permiten, a los que eligen esta parte del golfo para pasar el día, disfrutar de más comodidades.