Los días de fuerte viento patagónico dejan el saldo de la arena dispersa por todo el balneario. No es sencillo evitar su acumulación, pero hay que trabajar en su retiro. Aún existen inconvenientes, y faltan recursos para cumplir con ese cometido. Esa falencia transforma a la vereda de la costanera de El Cóndor en un permanente arenero. Muy desagradable.
Además, los servicios -otra vez- están lejos de proporcionar una respuesta mínima. Los horarios de apertura conforman un encrucijada. Por momentos, es todo un desafío encontrar alguno servicio elemental para cualquier villa turística. Acceder a una docena de factura a las 9 de la mañana se puede transformar en un logro de verano.
La basura siempre constituye un servicio de alto riesgo. Así, también en el balneario se advirtió el resultado por el complicado traspaso en la concesión de la recolección de residuos que el municipio de Viedma cumplió desde el 1ª de enero. Poco a poco, esa situación de retiro parece normalizarse. Pero, además, la colocación en esta temporada de cestos de alambres en las esquinas promueven que los vecinos concentren sus bolsitas domiciliarias en esos recipientes. Así, no más bolsas colgadas de los árboles, ni tiradas a merced de los perros. Una iniciativa que es de esperar que se extienda.